MARION — Cesar Cruz gateó por la tierra mientras que sus amigos, Alex Ventura y Liz Carbajar, susurraron y luego gritaron: "Siente la fuerza. Siente, siente la fuerza. Siente el Gatorade. Siente, siente el Gatorade.
El trío presentó entonces su idea para un anuncio que promueva ser saludable y activo como parte del programa de verano dirigido por los estudiantes de la Universidad de Cornell en la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe en la Iglesia San Gregorio el 28 de julio. El fin de semana siguiente todos los niños harían presentaciones a sus padres sobre la nutrición y el bienestar — incluyendo mostrar sus anuncios, explico Pilar-Alicia Parra, asociada de investigaciones y principal oradora de la división de ciencias de nutrición de la universidad que dirige el programa de verano.
Liz dijo que a ella le gustaba aprender más sobre nutrición y hacer actividades con los estudiantes de Cornell, incluyendo una búsqueda del tesoro y preparar meriendas.
"Podemos asegurar que las comidas sean saludables", añadió Liz que tiene 14 años.
Una estudiante de segundo año de la escuela de secundaria de Sodus, Liz dijo que le gusta trabajar especialmente con los estudiantes de Cornell, porque espera poder estudiar allí. Al igual que esos estudiantes, Liz dijo que ella planea seguir trabajando con los niños más chiquitos de la iglesia y servirles de modelo.
"Los muchachos de Marion, me admiran", dijo ella.
Hablarles a los niños de familias de trabajadores migrantes sobre la educación superior es una de las metas del programa, que es también parte de un estudio sobre los migrantes de una década de duración, dijo Parra. Los tres estudiantes de Cornell dieron clases sobre la nutrición, el ejercicio y la identidad cultural y entrevistaron a los niños para reunir sus ideas sobre esos tópicos, añadió ella.
Sus aportes formarán parte del proyecto de investigación sobre la integración de los migrantes en áreas rurales llevado a cabo por Parra y Max Pfeffer, un profesor internacional de desarrollo sociológico y decano asociado de Agricultura y Ciencias de la Vida en la Universidad de Cornell. Los informes que ellos preparen estarán disponibles en línea para ofrecer informaciones a cualquier grupo que esté trabajando con familias inmigrantes, dijo Parra.
"¿Qué pueden hacer las comunidades para ayudar con la incorporación de estos nuevos residentes? es una de las preguntas que la investigación está tratando de responder, añadió ella.
Las instituciones que están a favor de esa incorporación tienden a ser escuelas e iglesias, pero ambas tienen limitaciones, explicó ella. Por ejemplo, los padres confrontan barreras de idioma y transporte cuando se trata de involucrarlos en la educación de sus hijos, dijo Parra. Las iglesias tienden a estar segregadas por culturas, pero juegan un papel importante en conectar a los inmigrantes con una comunidad, observó ella.
Los inmigrantes que son capaces de establecer relaciones con residentes tendrán mejores resultados", especialmente en lo referente a encontrar trabajo y alojamiento, comentó Parra.
Parra decidió trabajar con la población migrante del condado de Wayne debido a su amistad con la Hermana Luci Romero y con el Padre Jesús Flores que hizo cuando ellos estaban en la Iglesia de la Epifanía de Sodus y ahora que están en Marion. Gracias a sus conversaciones con ellos y con feligreses de ambas iglesias, decidió expandir el proyecto y crear actividades basadas en las informaciones que ellos le dieron, dijo Parra.
Una de las preocupaciones expresadas por muchas de las familias fue el rápido cambio de dieta de los niños, añadió ella.
"Rápidamente ya no quieren comer sus platos tradicionales" ha escuchado Parra de las madres. "Quieren pizza y hamburguesas".
Esos cambios pueden resultar rápidamente en problemas de salud tal como la obesidad, dijo ella. Por eso, el verano pasado. Un estudiante de universidad dirigió talleres para los padres sobre comidas y meriendas "americanas" saludables, un concepto que es desconocido para los inmigrantes mexicanos, dijo Parra.
Los padres le preguntaron a Parra que le podían ofrecer a sus hijos, lo que dio idea de organizar el programa de verano. Además de enseñar sobre comidas saludables, la meta era también ofrecer informaciones sobre como navegar por el difícil sendero de identificarse como americano, manteniendo al mismo tiempo un orgullo en su herencia cultural, dijo Parra.
"Queremos crear seguridad en ellos mismos", dijo ella.
Roxana Orellana, una estudiante de último año de Cornell, entiende ese reto, porque su mamá es de El Salvador. Ella y sus compañeras de clase Nicole Salach y Brooke Parsons dirigieron las sesiones de veranos.
"Somos modelos para ellos", dijo Orellana. "Trabajar con niños ha sido maravilloso. Son tan buenos y hacen lo que les pedimos, aunque no estén seguros al principio. Están gozando las actividades porque siguen viniendo".
Ella ha aprendido organización y paciencia, añadió.
"En la medida que esto es divertido, interesante y que ellos aprenden algo, ha sido un éxito", dijo Orellana del programa.
Daniela Santacruz, que tiene diez años, está de acuerdo en que el programa es educacional y divertido.
Nos enseñan a los muchachos recetas saludables que podemos hacer y que debemos mantenernos activos", dijo ella. "Además nos enseñaron muchos juegos divertidos".