BRIGHTON — Anselmo Castillo no ha visto a sus hijos desde hace 15 años.
"Nunca he vuelto a México", dijo él. "Dejé a mis amigos. … Mi esposa, la perdí porque nunca regresé por ella. Me he dedicado a trabajar en los campos".
El trabajo soportó a sus hijos, que son ahora adultos con buenos trabajos en Ciudad México, dijo Castillo. Él espera con ansias la reforma federal de la inmigración para podar viajar a México y ver a sus hijos que están ahora en la veintena. La razón por la que Castillo dejó México fue que el Tratado de Libre Comercio Norteamericano lo dejó sin su trabajo de reparador de zapatos, debido al influjo de zapatos baratos que inundó el mercado, explicó él.
"Si cambian las leyes, podría viajar allá y venir", dijo Castillo. "Necesitamos un gobierno justo. … Pero, con lo que yo he vivido, no los creo ni de aquí ni de México".
Castillo asistió a la Comida y simposio Cosechando la Justicia patrocinado por el Ministerio Rural y Migrante y por la Corporación PathStone, en sociedad con el Club Rotario Latino de Rochester y la Liga de Acción Iberoamericana el 29 de octubre.
El evento incluyó un panel de discusión dirigido por el Juez Frank Geraci Jr., juez federal por el distrito oeste de Nueva York. Los panelistas fueron Liberada Paz, una inmigrante mexicana que fue nombrada laureada el mes pasado por el Centro Robert F. Kennedy y por Justicia y Derechos Humanos; John Noble, presidente de las Fincas Noblehurst en el condado de Livingston y Jorge Montalvo, que desarrollo la Oficina del Estado de Nueva York para Nuevos Americanos que tiene 27 sitios en el estado de Nueva York.
El conferencista principal, Bruce Goldstein, presidente de Justicia para los Trabajadores del Campo basado en Washington, D.C., dijo que él había visto señales de esperanza en las últimas semanas sobre la ley AgJOBS que estaba siendo negociada en el Senado de los EEUU con el apoyo de grupos de agricultura importantes y de la Unión Americana de Trabajadores del Campo. El compromiso fue incluido en una ley del Senado propuesta a principios del año por "la Pandillla de los 8" para ofrecer a los trabajadores un programa de legalización y un nuevo programa de trabajadores invitados, dijo Goldstein.
La segunda parte del compromiso es importante para dueños de fincas como John Noble, que es también presidente y primer ejecutivo de Sinergy, que convierte gas metano de excremento de vacas en electricidad. Él ha encontrado que sus trabajadores nacidos en el extranjero, que forman el 20 por ciento del personal de su lechería y que provienen mayormente de México, vienen a esta área para trabajar y hacer dinero para enviar a sus familias, dijo él, pero no expresan ningún interés en quedarse aquí permanentemente.
"Uno no puede administrar una lechería sin contratar trabajadores que han nacido en el extranjero", dijo él. "Esta gente están motivados. Ellos quieren trabajar, comer, dormir e irse para sus casas".
Esos trabajadores, que son esenciales para la agricultura de los Estados Unidos, se merecen una reforma de la inmigración para que no tengan que vivir con miedo y aislados, para que puedan ser vistos como "el rostro de Jesús", añadió Noble.
"Están en las sombras", dijo él. "Cualquier cosa que pudiéramos hacer para sacarlos de las sombras sería maravilloso… Este problema es sobre personas que quieren trabajar en el campo. Pocas personas que viven cerca de aquí desean hacer ese trabajo no importa cuánto dinero que se les ofrezca".
Una ley similar a la del Senado ha sido introducida en la Cámara de Representantes por los demócratas, pero pocos republicanos la han apoyado, dijo Goldstein.
"A nosotros no nos importan los partidos", añadió él. "Nosotros queremos una reforma de la inmigración, pero necesitamos el apoyo bipartisano….Sentimos (sin embargo) que el dique se ha roto mientras más y más republicanos firman"
Goldstein dijo que él comprende las dudas que trabajadores como Castillo sienten sobre la llegada de la reforma Como un simpatizante que trabaja para que la reforma se pase como ley desde hace 13 años él comparte su frustración.
"Yo diría que hay de 55 a 45 por ciento de posibilidades de que pase", dijo Goldstein. "Pero estoy seguro de que si dejamos de luchar, nunca pasará".