Los miembros de la primera clase de diáconos permanentes de Rochester están celebrando su 30º aniversario este año. Después de recibir su entrenamiento diaconal en el antiguo Seminario San Bernardo de Rochester, y en el Instituto San Bernardo (ahora llamado Escuela San Bernardo de Teología y Ministerio), los diáconos fueron ordenados el 17 de abril de 1982 por el Obispo Mateo H. Clark en la Catedral del Sagrado Corazón.
Cuando el Diácono Nemesio "Vellón" Martínez fue vuelto a nombrar a la Iglesia de los Santos Apóstoles hace pocos años, le pareció que estaba volviendo a su "casa".
"Yo estaba volviendo a mi parroquia original después de 26 años" pasados con la Iglesia de Monte Carmelo, dijo él. "No fue difícil para mí".
Pero él explicó que la Misa en español en los Santos Apóstoles ha cambiado de lo que él recuerda de los primeros años de ministerio hispano en la iglesia. Los feligreses representan ahora más de 14 países latinoamericanos, mientras que antes la mayoría era puertorriqueña. Él mismo se mudó a Rochester de Humacao, Puerto Rico, en 1974.
"Es un reto familiarizarse con las diferentes culturas y maneras de celebrar el culto", dijo él, "pero se puede lograr".
Él también ha confrontado nuevos retos en su trabajo de capellán en la Cárcel de Livingston, en Sonyea.
Debido a una falta de capellanes, sus responsabilidades se han extendido para aconsejar no solo a los prisioneros católicos sino a los de otras religiones. En ese papel, el Diácono Martínez dice que él mayormente sirve de enlace entre los prisioneros y los administradores de la prisión. Él también ayuda a organizar eventos especiales para ellos.
"Yo solo soy la voz de ellos ante la administración", observó él. "Yo solo les sirvo de consejero pastoral a los prisioneros de mi propia fe".
El Diácono Martínez se interesó por primera vez en el ministerio de los encarcelados cuando visitaba las cárceles como voluntario, con su esposa Bruni. Él fue nombrado capellán de prisión en el 1992. Ahora, a los 63 años de edad, dice que se retirará probablemente en pocos años, para concentrarse en trabajar con la comunidad.
Al reflexionar en el 30o aniversario de su ordenación, el Diácono Carlos Vargas dijo que mucho ha cambiado para él en los últimos cinco años.
Él dice que el cambio más grande en su vida pastoral ocurrió cuando lo cambiaron de la Iglesia de los Santos Apóstoles en Rochester a Nuestra Señora de las Américas que es parte de la Parroquia Francisca Javier Cabrini.
"Perturbó mi vida por completo", comentó el Diácono Vargas. "Fue difícil".
Pero afortunadamente, explicó él, recibió una amable bienvenida de la comunidad en su nueva parroquia, especialmente de los feligreses no hispanos.
"La aceptación fue magnífica", dijo él. "Salió bien".
Las demandas para su tiempo también han aumentado a medida que trabaja en iniciativas diocesanas para mejorar el ministerio general a los hispanos y trata de llegar a los jóvenes. Para esta última iniciativa, él está tratando no solo de mantener a los latinos jóvenes activos en la iglesia, sino también tratando de que obtengan éxito en la escuela y en la comunidad, explicó el Diácono Vargas.
"Hay muchas cosas que se aproximan", añadió él. "El trabajo por Dios nunca se termina".
El Diácono Vargas se mudó por primera vez a esta área proveniente de Puerto Rico cuando tenía 12 años. Él obtuvo una licencia en recursos humanos de la Universidad Roberts Wesleyan en 1990. Además, estudió ciencias de computadora en RIT y en Monroe Community College. Él trabajó en Taylor Instruments por 24 años y se retiró el año pasado después de trabajar casi dos décadas en Gannett Newspapers, últimamente era supervisor de programación de computadoras. Él y su esposa, Cerefina, han estado casados por casi 44 años y tienen cinco hijos.
Después de retirarse, el Diácono Vargas emprendió un nuevo papel como instructor en el Instituto de Pastoral Hispana en la Escuela San Bernardo de Teología y Ministerio. Él empezó a enseñar un curso de liturgia y espiritualidad el año pasado.
Él se siente especialmente orgulloso de estar tan activo en el ministerio, junto con el Diácono Nemesio Martínez, por ser uno de los pioneros de un grupo de diáconos hispanos que fueron ordenados hace 30 años. Los otros dos diáconos que formaban parte de ese grupo han fallecido.
Mientras que pueda, dijo el Diácono Vargas, planea continuar proveyendo sus servicios a los demás.
"Uno termina … cuando Dios lo dispone", concluyó.