Dios se quedó en un pedazo de pan

El domingo pasado concluimos la Pascua de Resurrección con la celebración de Pentecostés. La Iglesia celebra el nacimiento de la Iglesia en este día, aunque hay opiniones divididas de algunos teólogos que dicen que la Iglesia nació con la lanzada que traspasó el costado de Jesús. Las escrituras nos explican que los discípulos estaban a puertas cerradas por miedo a los judíos. Es importante notar que Jesús se da cuenta del miedo de sus discípulos y Él los calma al decir, "La paz esté con ustedes". Como Jesús siempre cumple sus promesas y les dijo no los dejaré solos les enviaré al "Consolador" al Espíritu Santo. El evangelio de San Juan nos narra como él dice, "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar". Es importante notar que la acción de este Espíritu Santo que es Dios mismo otorga a los discípulos de Jesús el perdonar los pecados. En los Hechos de Los Apóstoles nos narra que después de recibir el Espíritu Santo los discípulos comenzaron a proclamar las maravillas de Dios, se les fue el miedo que tenían. Es ese mismo Dios uno y trino que celebramos al comenzar el tiempo ordinario. En esta solemnidad celebramos un Dios que es tres personas. Que misterio tan grande, ni los grandes teólogos, pensadores, filósofos, contemplativos, científicos han podido descifrar este gran misterio. ¿Cómo es este Dios trinitario que proclamamos y adoramos? En el libro del Éxodo, Él mismo detalla sus cualidades, "Yo soy el Señor, el Señor Dios, compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel", y Moisés se atreve a pedirle, "perdona nuestras iniquidades y pecados, y tómanos como cosa tuya". Que no le pediremos a Dios con fe que Él, no nos conceda.

 

Cuando comenzamos la Eucaristía el sacerdote pronuncia las palabras de San Pablo en la segunda carta a los Corintios, "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes". San Pablo mismo proclamaba a un Dios que siendo el mundo estrado de sus pies se abajó a nuestra condición humana pequeña, frágil, débil, pecadora, para otorgarnos la salvación. Por eso nosotros constantemente debemos santiguarnos con la señal de la cruz y pronunciar esa formula trinitaria que la debe acompañar. De esta forma Dios mismo nos va santificando y protegiendo. Ante esta realidad escuchemos las palabras de Pablo y hagámoslas vida, "Estén alegres, trabajen por su perfección, anímense mutuamente, vivan en paz y armonía. Y el Dios del amor y la paz estará con ustedes". Que promesa más tremenda el que Dios estará con nosotros. El problema de hoy en día es que la Eucaristía es solo un ritual no experiencia de Dios, vamos a la misa por obligación y no por encontrarnos con Dios y con el hermano. Dios que nos regala 24 horas del día todos los días solo nos pide que separemos el diezmo o el 10% de nuestro tiempo que son más o menos dos horas y media. Cuantos y cuantas van a la misa y si el cura se tarda mas de una hora empiezan a criticar, la homilía fue muy larga (la palabra de Dios no se puede limitar), los escrutinios tardaron mucho, esos bautismos son muy largos, etc.

En el evangelio nos dice que Jesús no vino a condenar al mundo, sino a que el mundo se salvara por Él. ¿Ahora pregunto yo aquel que limita el tiempo que es de Dios verdaderamente cumple con el requisito que es, "El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado"? ¿Si nosotros limitamos el tiempo para Dios no estamos también limitando mi fe en Él y por tanto no creyendo en Jesús? Hay excusas validas pero la Iglesia siempre da opciones de horarios de misas. En la solemnidad de Corpus Cristi estaremos conmemorando la institución del sacramento que nos hace diferente a todas las demás fe. Nosotros como Cristianos Católicos Romanos nos distinguimos en que creemos en la real presencia de Jesús en las especies de pan y vino, en su cuerpo, sangre, vida y divinidad. San Pablo nos dice que somos uno porque todos comemos del mismo pan y si somos uno dejemos ya las discordias y tratémonos como Cristo nos enseño con amor ayudando a los demás a aumentar su fe. Cuando comemos el pan Eucarístico que es el mismo Cristo estemos seguros que comemos al Hijo que está en el Padre y al Espíritu Santo que nos une en comunión con Dios. Se que algunos de nosotros no podemos recibir al Señor sacramentalmente y por eso, quiero elevar mi oración al Dios uno y trino para que nosotros pecadores estemos en comunión con Dios y el prójimo por medio del pan vivo bajado del cielo, Cristo. Por todos los hijos e hijas de Dios que se quedo en el pedacito de pan elevo mis oraciones de bendición para que, "el Dios del amor y la paz esté con ustedes".

¡El Señor y María los bendigan hoy y siempre!

El Hermano Lozada, CSJE, es el director del Apostolado Hispano de la Diócesis de Rochester y del Instituto de Pastoral Hispano en la Escuela de Teología y Ministerio San Bernardo.

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