Por más de veinte siglos el Cristianismo ha proclamado que Jesucristo resucitó de entre los muertos. Que el Señor Jesús ha muerto por nosotros para redimirnos de nuestros pecados y que por eso ha vencido a la muerte. Pero, ¿es esto cierto? La ciencia hoy en día ha tratado de investigar y saber si un hombre que vivió en Judea hace más de dos mil años en verdad resucitó. Nosotros podemos ver todas estas investigaciones a través de canales especializados en ciencia e historia. Sin embargo no hay resultados concretos puesto que todas las ideas que hay son meras especulaciones.
Entonces, ¿cómo saber si Cristo en realidad está vivo? La respuesta es compleja porque muchas veces nos comportamos como el apóstol Tomás, el cual necesitó pruebas para creer en la resurrección del Señor, o el mismo Pedro quien salió corriendo a ver la tumba vacía porque se le hacía muy difícil creer en las palabras de la Magdalena.
El Evangelio, en estas primeras semanas de pascua, nos narra las primeras apariciones del Señor después de su resurrección. Mucha gente les cuesta reconocer la presencia del Señor después de su resurrección tal y como les sucedió a los discípulos de Emaús (Lucas 24, 13-35), al apóstol Tomás (Juan 20, 19-31) o los discípulos (Lucas 24, 35-48). ¿Será que a nosotros también nos cuesta reconocer la presencia del Señor en medio de nosotros?
La invitación mis queridos hermanos y hermanas es que todos juntos oremos y veamos en medio de nosotros el rostro vivo de aquél que lo dio todo para nuestra Salvación. Recordemos que son "dichosos los que crean sin haber visto" (Juan 20, 29). ¿Somos parte de esos dichosos? Si nuestra respuesta es negativa, mi invitación es a que intensifiquemos más nuestra fe; pero si por el contrario es positiva, ni invitación es que tengamos un espíritu alegre y proclamemos al Cristo Resucitado en nuestro hogar, comunidad, parroquia, trabajo, escuela o donde quiera que nos encontremos.
Cristo no es un Dios muerto sino un Dios vivo que se encuentra presente en medio de nosotros a través de la Eucaristía. Si no has visto a Cristo resucitado, vayamos a la Eucaristía y cerciorémonos que Cristo vive en la fracción del pan tal y como lo hicieron los discípulos de Emaús: "Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron" (Lucas 24, 30-31). Reconozcamos a Cristo presente en la Eucaristía y adorémosle porque aquél que murió en una cruz por nosotros ha resucitado y se ha quedado en medio de nosotros en la Eucaristía nos da vida en abundancia. Recordemos las palabras de San Pablo, "Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe" (1 Cor 15, 14), y salgamos llenos de una fe gozosa proclamando que Cristo está hoy más vivo que nunca. Y si te preguntan, ¿En verdad Cristo Resucitó? Responde con la frente bien en alto: Si, ¡Cristo Vive!
Ramirez Velasquez es un seminarista de la Diócesis de Rochester.