FAIRPORT — El grupo de viajeros acababa de colocar en el piso sus maletas cuando fueron acostados por Anne Costigan que buscaba las cientos de libras de materiales escolares y de artículos higiénicos que traían.
Los feligreses de la Iglesia de la Asunción en Fairport habían donado los materiales para el Centro de Niños Trabajadores en Quito, Ecuador, en respuesta a una petición de Costigan que pasó un año del 2010 al 2011 como voluntaria en el centro de entrenamiento vocacional. Los materiales, que incluían desde papeles hasta pasta de diente, fueron entregados por los feligreses de la Asunción Pat de Souza, Brooke Thiroux, la madre de Anne, Pat Costigan y Marilyn Thayer que visitaron a Anne Costigan en el centro.
El grupo no pudo llevar todos los artículos donados, así que un grupo de estudiantes de la escuela de secundaria McQuaid Jesuit y sus chaperones, trajeron parte durante su viaje de servicio anual en mayo del 2011.
Varios miembros del grupo de Fairport contaron el viaje que habían hecho en octubre del 2010 durante una presentación el 16 de agosto en la Iglesia de la Asunción.
"No importa quienes sean ustedes, ni si los conocen, (los niños) buscan a quien abrazar", dijo de Souza describiendo la calurosa acogida que le dieron en el centro.
El Centro de Niños Trabajadores data del 1964, cuando el Padre Jesuita John Halligan, nativo del Bronx, fue encargado de analizar los niños de la calle en Quito, que era en aquel entonces una ciudad de unas 350,000 personas.
Él encontró espacio vacío para un ministerio en el ático de la Iglesia Jesuita, y acogió a unos 200 niños que se ganaban la vida limpiando zapatos en las calles de Quito. Él les ofreció tres comidas al día, clases en una escuela, entrenamiento en la limpieza de zapatos y en carpintería y nociones básicas de cuidados médicos y dentales. A su vez, les requirió que ahorraran dinero y que hicieran presupuestos para aprender a salir de la pobreza.
El programa empezó a expanderse mucho con la adición de la Hermana Miguel Conway, una Hermana de la Caridad de la Bienaventurada Virgen María, que comenzó a trabajar como codirectora en 1967. Ahora la Hermana Conway y el Padre Halligan son codirectores generales. Otros dos directores del centro son la Hermana Cindy Sullivan que entró en las Hermanas de la Caridad de la Bienaventurada Virgen María cuando trabajaba en el Centro como Voluntaria del Cuerpo de Paz, y Carlos Gómez, un antiguo alumno del centro.
Ahora el programa se ha extendido y comprende tres locales que proporcionan servicios para las familias completas, incluyendo un centro de cuidado de niños, un programa de educación para adultos, entrenamiento técnico, programas del cuidado de la salud, una escuela comercial y un programa de nutrición para niños menores de 3 años.
Los participantes tienen que cumplir con requisitos que incluyen una ducha diaria en el centro, lo que Anne Costigan observó que no es un lujo, sino una educación sobre el valor de las personas.
"Uno es tan pobre como se lo cree", dijo ella. "Uno debe bañarse todos los días por su propia dignidad".
En el centro, los estudiantes pueden aprender cosmetología, costura industrial, ventas y mercadeo, carpintería, plomería, hornear, mecánica automovilística, mecánica industrial y hacer juguetes. El salón de belleza, el restaurante, la dulcería y la tienda del centro son frecuentados por los miembros de la comunidad. Cuando se gradúan, los estudiantes pueden obtener pequeños préstamos para comenzar negocios. Durante los fines de semana, los miembros del centro reparan las casas de unos y otros por medio de cuadrillas de trabajo llamadas mingas.
Los resultados del programa son duraderos según una encuesta del 2007 que encontró que el 95 por ciento de los graduados varones y el 83.5 por ciento de las graduadas mujeres de 15 años de edad o más estaban empleados, a pesar de un por ciento elevado de desempleo y de pobreza en Quito.
El amor es una de las razones por las que el centro tiene tanto éxito, dijo Clare Costigan, de 28 años de edad, que ha trabajado en el centro desde hace varios años. Ella dijo que al principio se limitaba a sonrisas o abrazos para comunicarse con los participantes del centro, porque solo sabía decir "hola" en español cuando llegó. Además, el quechua es la lengua maternal de muchos de los miembros del centro.
"Había problemas, pero todo el mundo se quería en el centro y era como una gran familia", dijo ella.
Anne Costigan dijo que cuando las familias llegan al centro, no tienen nada y a menudo están durmiendo en la calle. Cuando el centro está cerrado como los domingos y días de fiesta las familias a menudo no comen. Los regalos se comparten con toda la familia, dijo ella, comentando que las frazadas hechas a mano que el grupo de Fairport llevó eran compartidas durante el año por las familias.
Clare Costigan dijo que para el tiempo en que su hermana Anne, que tiene ahora 25 años, empezó a servir de voluntaria en el centro, la gente que Clare había enseñado habían salido de la pobreza y vivían en casas con cocinas y agua corriente.
A cada familia le toca usar los valores que ha aprendido en el centro para mejorar su situación, dijo Anne Costigan.
"Se les dan los medios, pero ellas tienen la responsabilidad de usarlos para salirse de la pobreza", dijo ella.
La familia Costigan dijo que esperan seguir ayudando al centro y que están planeando eventos en el área para recaudar fondos.
"Mi corazón está en el centro", dijo Anne Costigan. "Yo creo en lo que están haciendo. Es un lugar asombroso".