"El Espíritu de la verdad me glorificará", Juan 16:14.
"Gloria a Dios" es una frase pronunciada por los creyentes tantas veces que se nos ha perdido el sentido original. La palabra "doxa" en el diario hablar griego en el tiempo de Jesús significaba la cualidad de una personal que exigía el respecto de otros, o sea la reputación o buen nombre de un individuo. Cuando se aplique a Dios, representa lo que hace Dios dios: su divinidad, su santidad, su compasión, etc. Al decir "gloria a Dios" no estamos dando nada a Dios más que reconociendo quien es Dios.
Las lecturas de la liturgia de este tiempo hablan de la glorificación de Jesús, su volver a la gloria de Dios que él había dejado en la encarnación: "Él, siendo de condición divina, no revindicó en los hechos la igualdad con Dios, sino que se despojó, tomando la condición de servidor, y llegó a ser semejante a los hombres. Más aún, al verlo, se comprobó que era hombre" (Filipenses 2:6-7). La glorificación de Jesús es un concepto teológico que explica y resume los eventos del Misterio Pascual: la pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesús.
Jesús compartió la gloria de Dios antes de la encarnación: "Esa gloria que tu, Padre, me diste, se la di a ellos, para que sean uno como tú yo somos uno." (Juan 17:22, VII Pascua). Mientras él estaba en el mundo, él revelaba esa gloria: "(Que los discípulos) contemplen mi gloria, que tu me diste" (Juan 17:24, VII Pascua). Él prometió que el Espíritu Santo revelaría su gloria completa: "El Espíritu de verdad me glorificará, porque recibirá de lo mío para revelárselo a ustedes." (Juan 16:14, La Trinidad). En la ascensión, Jesús volvió a tener la gloria de Dios que él tenía desde el principio. "El Señor subió a lo más alto de los cielos, para llenar lo todo." (Efesios 4:10, La Ascensión). Después de la Ascensión él estaba en la gloria de Dios. "(Esteban) lleno del Espíritu Santo vio la gloria de Dios y Jesús a la derecha de Dios" (Hechos 7:55, VII Pascua). Él prometió enviar a sus discípulos "el Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeron en él, todavía no se comunicaba el Espíritu pues Jesús aún no había sido glorificado" (Juan 7:39, La Vigilia de Pentecostés). Después de Pentecostés, nosotros por la fe, participamos de la gloria de Dios. "Por él, hemos obtenido, por la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios" (Romanos 5:2, La Trinidad).
Para no quedarse atónitos participando de la gloria de Dios, los discípulos fueron despertados en la ascensión por los ángeles. "Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? (Hechos 1:11, La Ascensión). Jesús en sus últimas instrucciones dijo, "que en su nombre se había de predicar a todas las naciones la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados (ellos eran) testigos de todo eso" (Lucas 24:47, La Ascensión).
Entonces la gloria de Dios tiene que se proclamada por el ejemplo de nuestra vida de compasión a los demás.
El Padre Tracy es ministro sacramentario en las iglesias San Miguel y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Rochester.