¿Qué regalo le debo dar a Jesús?

Ya hemos entrado en el Adviento tiempo de preparación, espera y mucha alegría, por la próxima celebración de la llegada del "Emmanuel", el Mesías, el Señor. Es en la llegada de ese Divino Niño al mundo que nos llega a todos una gran alegría. Una alegría tan necesaria en los días de dificultad e incertidumbre que muchas veces nos trae el mundo tan secularizado. Tristemente la mayoría del mundo moderno vive de espaldas a Dios y transita por un mundo de desilusiones, engaños y mentiras. Pero Jesús nuestro Salvador y Redentor está siempre a nuestro lado para consolarnos y ayudarnos en las pruebas si lo buscamos como hicieron los pastores y los Magos de Oriente. Quisiera comparar los sucesos de las próximas semanas con las etapas del proceso de conversión, ver, escuchar, seguir y comprometerse. Primero Jesús nace en el corazón por medio de su luz esplendorosa y su palabra, luego se manifiesta la gracia por el llamado al seguimiento y finalmente confirma su obra al hacernos herederos por el bautismo. Veamos.

En la tercera semana del Adviento, encendemos la vela rosada, que significa el gozo. Nos preguntaremos, ¿gozo porqué? La Iglesia que somos todos nosotros nos alegramos por la cercanía del nacimiento del Señor. El encuentro con Jesús debe traernos alegría y gozo como lo hizo con Isabel y el niño Juan que nos narra las escrituras, "Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" Lc 1, 41-43 Solamente al escuchar el saludo de María a Isabel causó que el niño saltara de alegría en el vientre. María la madre de Jesús es portadora de alegría, oremos a la Madre que nos alcance esa alegría tan necesaria para nuestra vida.

Para todos independientemente si somos abuelos, padres, madres, hijos, tíos, tías, etc. (en hebreo hay una sola palabra "hermano"). El nacimiento de un nuevo miembro de la familia sea niño o niña es un motivo de gran alegría. El profeta Isaías dice que "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció." Esa misma luz quiere brillar en estos días navideños en nuestras vidas. Solo debemos reconocer a Jesús y permitir que el nazca en nuestras vidas y si ya lo hizo es una oportunidad para un nuevo renacer. Veo que nuestra gente camina en tristeza y cualquier viento de tormenta los entristece, los molesta, los aleja del gozo y de la fe. Debemos recordar que en esta época se celebra el nacimiento de Jesús, el cumpleaños de Jesús y no los días de regalos. ¿Qué mayor regalo que el don de la vida que el mismo Dios nos ha regalado? Recordemos las palabras del ángel, «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor.»

Los pastores del campo reconocieron estas verdades evangélicas. Lucas nos dice que, "Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado." Nosotros también estamos llamados a alabar y glorificar en esta época a Dios por todo lo que hemos visto y oído, las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas. María como Madre "Theotokos", doctrina proclamada por el Concilio de Éfeso en el 431, es la discípula más fiel de Jesús y lo vemos al verla llegar hasta la cruz. Ella conoció la alegría y el sufrimiento de ver a su Hijo injustamente crucificado, ella nos puede consolar en nuestro dolor y alcanzarnos la gracia de la alegría de Dios.

La Epifanía (manifestación) es el verdadero momento de regalar, pero primero debemos dar el regalo a Jesús y luego compartir regalos entre nosotros. ¿Qué regalo le debo dar a Jesús este año por todas las bendiciones que he recibido y por la forma que Él se ha manifestado en mi vida, especialmente en el bautismo? Los mejores regalos que le podemos dar a Jesús son, el agradecimiento, la fidelidad, el amor, la paciencia, la obediencia (que tanto cuesta), la oración, el conocimiento de la fe y la entrega de nuestras vidas a Él y a nuestros hermanos. Lo hermoso es que estos regalos no cuestan un centavo, pero valen una fortuna para nuestro Señor.

Señor Jesús que tu estrella siempre este presente en mi vida para guiarme hasta el encuentro contigo y así yo pueda vivir la inmensa alegría que sintieron los Magos de Oriente, al encontrarte en el pesebre de mi corazón.

¡Que el Señor Jesús y su santísima madre María los bendigan abundantemente!

El Hermano Lozada, CSJE, es el coordinador de la Oficina de La Vida Familiar Hispana de la Diócesis de Rochester y el director del Instituto de Pastoral Hispano en la Escuela de Teología y Ministerio San Bernardo.

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