¡Qué tengas valentía y confianza en ti mismo! ¡Qué seas juicioso en tus elecciones y decisiones! ¡Qué seas comprensivo en todas tus relaciones y compasivo con los necesitados! ¡Qué confrontes las aventuras de tu vida con una mente clara y un corazón audaz! ¡Qué tu integridad sea un don para el mundo, y que el Espíritu de Dios te acompañe siempre!
Es difícil imaginar que una persona que rece la palabras que acabamos de mencionar no desee profundizar en las cualidades y virtudes mencionadas — valentía, confianza en sí mismo, sabiduría, comprensión, compasión, claridad mental, audacia, integridad, y un sentido de la misericordiosa presencia de Dios. Señor, por favor, ¡dame varias libras de cada una!
La primera vez que yo recé esta oración por otras personas fue con 65 prisioneros de la Cárcel del Condado de Monroe la noche del 5 de agosto. La rezamos por dos de los hombres que no iban a estar presentes en la liturgia de la próxima semana porque iban a ser puestos en libertad. Se apreciaba la sinceridad con la que sus hermanos y hermanas rezaban esa oración y lo que significó para los que iban a ser puestos en libertad.
He vuelto a rezar esa oración varias veces desde esa ocasión, pidiéndole a Dios que derrame sus bendiciones sobre esos dos hombres durante la delicada y retadora transición de encarcelamiento a una vida fructífera en sociedad. Le he pedido a Dios que los bendiga de todas las maneras mencionadas en la oración. Al mismo tiempo, recé para que las comunidades a las cuales ellos vuelvan, especialmente nuestras parroquias, estén listas para darles la bienvenida y apoyarlos.
Les ruego que recen por esos dos hombres, por los hombres y mujeres que están esperando ser sueltos en los próximos días, y por las personas que los acompañarán durante el proceso de reintegración.
Si esta oración es de su agrado, los invito a ofrecerla por las personas que forman parte de sus vidas y en las que sientan un deseo de tener las virtudes y cualidades mencionadas en la oración. Quizás piensen en un joven o una joven que esté luchando para encontrar su camino en la vida, o en una pareja que esté considerando cambiar su casa por una residencia más pequeña, o en un individuo o una familia que confronte decisiones difíciles debido a las condiciones económicas.
Bendecir a los demás con nuestras oraciones por ellos es una bella y apropiada expresión de nuestra fe y una manera para nosotros de crecer espiritualmente. Ese tipo de oración prepara a nuestros corazones a confiar en Dios. Nos ayuda a olvidarnos de nosotros mismos y a pensar en los demás. Estimula nuestra gratitud por los dones de Dios en nuestras vidas y nos recuerda que necesitamos las oraciones de nuestro prójimo de la misma manera que ellos necesitan las nuestras.
Yo rezo por la salud y el bienestar de ustedes, y les pido que recen por mí a su vez.
Paz para todos.