CALEDONIA — El ordeñar vacas podría no calificar como inmersión cultural.
Pero eso es exactamente lo que tres seminaristas de la diócesis hicieron el verano pasado en una granja lechera local como parte del nuevo programa de inmersión. Durante su visita el 9 de julio a una granja local, Michael Harris y Mike Merritt se pusieron guantes morados durante su recorrido por el establo de ordeño y colocaron las máquinas de succión debajo de las vacas mientras observaban cuando la leche caía a un pequeño tanque plateado debajo.
Luego caminaron hacia el "establo de maternidad" donde un becerro recién nacido estaba con su madre en una esquina. Al otro lado del establo, los seminaristas dieron de comer a otros becerros con botellas de bebé grandes.
La visita fue parte de un programa de verano de seis semanas para aclimatar a un grupo de cinco seminaristas a todas las áreas de la diócesis de 12 condados, dijo Carol Dady, la coordinadora diocesana de concientización de la vocación sacerdotal.
Tony Amato, Harris y Merritt visitaron la granja lechera con Penny Gardner, una ministra de migrantes. Dominic Marini y Jeff Chichester también tomaron parte en el programa de inmersión de verano pero perdieron la visita del 9 de julio.
"El programa (de inmersión) fue realmente maravilloso" dijo Chichester en un mensaje electrónico. "Me abrió los ojos a la gran variedad de gente magnífica que compone la diócesis. Creo que a veces es fácil para uno ser miope cuando existe mucho enfoque en las comunidades parroquiales inmediatas donde vivimos. Pero tan pronto cuando uno experimenta la comunidad diocesana más amplia de la manera como lo hicimos, creo que la perspectiva del mundo que nos rodea inevitablemente cambia para lo mejor".
El programa de inmersión incluyó también visitas a Mary’s Place Outreach y St. Joseph’s Neighborhood Center en Rochester y granjas en Brockport, Williamson y Bloomfield, explicó Dady. Además de ordeñar vacas, los seminaristas recogieron fresas junto con los trabajadores migrantes y fueron a Misa en el condado de Wayne con el Padre Jesús Flores, el coordinador diocesano del ministerio para migrantes, dijo Gardner.
"Hemos ido por toda la diócesis", dijo Merritt. "Es muy diversa. … En la ciudad, hemos ido a lugares donde normalmente no iríamos o siquiera sabíamos que existían. Es bueno (para nosotros) ver eso de primera mano".
Estar expuesto de este modo les ayudará una vez sean ordenados, dijo Merritt, para saber cómo dirigir a los feligreses que desean ayudar a las personas necesitadas.
"Nosotros tendremos los contactos y mantendremos estos programas en mente", dijo.
Durante las seis semanas, los seminaristas también pasaron horas cada día aprendiendo español en la Escuela de Teología & Ministerio St. Bernard en Pittsford en reconocimiento de la creciente comunidad hispana en la diócesis, observó Dady.
Chichester dijo que las clases de español y la interacción con hispanoparlantes nativos refrescaron su conocimiento del lenguaje que estudió en la universidad. Ser bilingüe también será importante para el trabajo futuro en el ministerio de los seminaristas, observó él.
"Creo que es importante que el sacerdote se pueda comunicar con tanta gente como sea posible; ciertamente en cuanto a llevar el mensaje de Cristo a tanta gente como sea posible," dijo él. "Saber el lenguaje español… también ayudará al sacerdote a entender mejor las necesidades de las personas a quienes sirve en la comunidad más amplia y le permitirá servir de la mejor manera posible".
En años anteriores se enviaba a los seminaristas para inmersión cultural y estudio del lenguaje a países tales como Colombia, de donde vienen muchos de los seminaristas actuales, dijo Dady.
"Pero tenemos tal riqueza de diversidad cultural en nuestra propia diócesis, que realmente (los seminaristas) pueden relacionarse más con la misma en el ministerio", dijo ella. "El componente del lenguaje español sigue siendo una parte importante y por eso lo incorporamos al programa".
Actualmente, la diócesis tiene pocos sacerdotes a los que puede llamar para que digan la Misa en español, añadió ella.
Misael, trabajador en la granja en Caledonia que no quiso dar su apellido, dijo que se alegró de hablar con los seminaristas y ayudarles a practicar el español durante la visita a la granja lechera el 9 de julio. Además de aprender acerca de las operaciones de la granja, los seminaristas cenaron con los trabajadores migrantes.
"Sí, es muy bueno ayudarlos para ellos aprender (español) igualmente para nosotros aprender inglés también," observó Misael, quien también habla un tercer lenguaje de su tierra natal Guatemala.
Exponerse a los retos de los obreros migrantes e interactuar con los trabajadores también les ayudará para ellos ayudar a otros a apreciar lo que estos trabajadores contribuyen a la región, dijo Harris.
"Esta cultura en la que vivimos es de consumo, pero venir aquí y ver cómo se produce y procesa la leche, te hace pensar y ver lo que estos (trabajadores) hacen y la forma en que se ganan la vida", dijo.