No muy diferente de muchos compañeros, un grupo de la Escuela Secundaria Notre Dame de Elmira pasó una parte del verano viajando.
Pero, lo de ellos no era vacaciones. Ellos viajaron casi 2,000 millas — no para descansar o relajar, sino para desempeñar servicio misionero.
Un contingente de 40 miembros, del cual dos terceras partes eran estudiantes, pasaron del 16 al 23 de julio trabajando en Puerto Rico. Ellos concentraron sus esfuerzos en Ponce, una ciudad grande en la costa sur de la isla caribeña. Allá, ellos se dividieron en equipos, reparando casas para residentes que no podían hacer el trabajo por sí mismos. Los voluntarios llevaron a cabo funciones tales como raspar, preparar y pintar de nuevo las casas modestamente construidas.
"Pudimos pintar tres casas por completo e hicimos muy buen progreso en otras tres", dijo la organizadora del viaje, Joanne Tunison, que observó que uno de los equipos pasó su semana en un orfanato haciendo tareas y visitando a los residentes jóvenes.
Esto es el segundo esfuerzo misionero de Notre Dame en el verano en Ponce; el primero fue en el 2015. Ally Wichtowski, que con su hermano, Andy, está entre varios estudiantes que hicieron ambos viajes, recordó el choque de cultura en su visita inaugural.
"Había mucha basura en la calle, hogares decadentes, niños en ropa desgarrada", recordó Ally, 17. "Había animales extraviados y uno no podía acariciar los perros porque podían transmitir enfermedades".
Para Andy, mientras tanto, las condiciones sofocantes del clima de verano en Puerto Rico eran menos que ideales para hacer trabajo.
"El calor y la humedad te afectan. Pero sabiendo que tus acciones afectaron positivamente a alguien hace que valga la pena", dijo Andy, que es gemelo de Ally. Los dos son estudiantes del cuarto año en Notre Dame y fueron acompañados en el viaje más reciente por sus padres, Melissa y Michael.
Los equipos de servicio rezaron cada día antes de empezar a trabajar, usando pasajes de la Biblia tales como Proverbios 16:3 — "Encomienda tus trabajos a Dios y tus proyectos se realizarán" y Filipenses 4:13 — "Yo lo puedo todo en Aquel que me fortalece". Tunison notó que los propietarios de viviendas — muchos de ellos son de mayor edad, discapacitados o sin trabajo — frecuentemente se juntaron en la oración de la mañana y "al final del día estaban tan agradecidos que todo lo que podían hacer era llorar".
"Viendo cuan agradecida estaba la familia, cuya casa pinté, es definitivamente mi recuerdo favorito", dijo Andy. "También, recordaré siempre cuan cerca llegué a estar con mis compañeros de equipo".
Para la hermana de Andy, su experiencia cumbre fue parar con su equipo en el orfanato el último día de su estadía en julio y unirse con los niños que se encontraban allí.
"Algunos pueden considerar que jugar con estos niños es una acción pequeña. Pero yo pude ver en sus ojos que esto en aquella tarde significó el mundo para ellos", comentó Ally.
Tunison dijo que estaba impresionada por cómo el contingente de Notre Dame ajustó su estilo de vida temporero sin quejarse — quedarse en un tipo de dormitorio humilde; comer arroz y habichuelas cada día; soportar temperaturas en los 90 grados; aprender a llevarse bien con los miembros del equipo; y trabajar tan fuerte todo el día que se quedaban dormidos muy pronto en la noche. Ella añadió que el grupo misionero hizo una recaudación de fondos extensa para financiar el viaje y también consiguió donativos para artículos de pintura, ropa, equipo para el área de juegos y artículos deportivos para llevar a Puerto Rico.
Tunison, que ha enseñado español por cuatro décadas, dijo que empezó los esfuerzos de viaje misionero cuando estaba sirviendo como maestra interina en Notre Dame, buscando una manera para que los estudiantes aplicaran su conocimiento del lenguaje español, mientras ellos también adquirían una ética de trabajo y crecimiento en su fe — una educación "no solo para la escuela, pero para toda la vida". En este aspecto, Tunison dio una alta calificación a los jóvenes trabajadores.
"Como maestros, sembramos semillas, pero no vemos siempre la cosecha. Estoy bendecida que las puedo ver cosechadas", dijo ella. "Y tengo una esperanza maravillosa para el futuro".
Las semillas creciendo en Ally y Andy son evidentes, basado en sus afirmaciones respecto la importancia de servicio misionero.
"Creo que esto mantiene a uno con pie firme en la tierra, y ayuda a no quedarse atrapado en los ideales de la sociedad materialista en que vivimos hoy día", dijo Ally.
"Esto te enseña valores importantes tales como desinterés, compañerismo y fe ", añadió su hermano. "Además, esto te da la oportunidad de cambiar las vidas de otros. En mi experiencia particular, no hicimos solo reparar y pintar una casa — dimos a la familia una perspectiva nueva y esperanza.