Este domingo Jesús hace una petición especial por su comunidad de discípulos: "que sean uno, como nosotros". La unidad que desea Jesús es fruto del amor mutuo, contenido de su mandamiento: amar como él ha amado (13,34), dándose a los otros hasta la muerte (15,13). La unidad existe, por tanto, cuando los miembros de la comunidad se mantienen unidos en el amor de Dios, se aman de tal manera que cada uno se entrega a los demás sin límite.
Es el amor el que mantiene unida a la comunidad, tal como Jesús vive unido a su Padre. Pero cuando el amor no es el fundamento de una comunidad, sino el egoísmo, la prepotencia, el orgullo, se produce inmediatamente la división. El Papa Francisco, con la humildad y compasión que lo caracteriza, está trabajando arduamente para que la unidad sea una realidad entre todos los cristianos. Él lo dice claramente: "¡Es feo que lo cristianos estén divididos! Jesús nos quiere unidos: un solo cuerpo. Nuestros pecados, la historia, nos han dividido y por esto debemos orar mucho, para que sea el mismo Espíritu Santo el que nos una de nuevo". Pero al mismo tiempo, el Papa está convencido de que "No hay unidad sin conversión ni unidad sin santidad de vida", y que "esta unidad no es fruto de nuestros esfuerzos, sino un don del Espíritu Santo, que realiza la unidad en la diversidad".
Así como la falta de amor produjo la división, es ahora el amor que habita en nuestros corazones, el que tiene que lograr la unidad. Por eso el Papa Francisco nos dice que el Señor nos pide "una renovada apertura: no cerrarnos al diálogo y al encuentro, sino captar todo aquello que de válido y positivo nos ofrecen también quienes piensan diferente de nosotros o se ponen en una diferente posición. Nos pide no fijar la mirada en lo que nos divide, sino más bien en lo que nos une, tratando de conocer mejor y amar a Jesús y compartir la riqueza de su amor".
Al final de este evangelio Jesús le pide a su Padre que nos santifique en la verdad, es decir, en el amor fiel que se entrega hasta la muerte. Como discípulos de Jesús estamos llamados a testimoniar y hacer presente su amor en el mundo; y una comunidad dividida no puede dar un testimonio válido. Por eso el Papa afirma: "el Señor, ha insistido tanto en la unidad en el nombre del Padre, haciéndonos entender que nuestro anuncio y nuestro testimonio serán más creíbles en cuánto más nosotros, en primer lugar, seamos capaces de vivir en comunión y en amor".
En este domingo en el que seguimos celebrando con alegría el triunfo de Jesús sobre la muerte, asumamos nuestro compromiso ecuménico con la convicción que nos da el Santo Padre: "La causa de la unidad no es un compromiso opcional y las divergencias que nos separan no deben aceptarse como inevitables". ¡Manos a la obra!
Salgado es un ministro para migrantes para la Diócesis de Rochester.