Viviendo el Evangelio consciente y activamente

Recientemente escuché a un hombre Navajo decir que los americanos indígenas son muy diferentes de los cristianos en sus creencias, porque los cristianos están preocupados más por la muerte — lo que viene después de la vida — y los Navajos ponen su atención en la vida.

Yo creo que el hombre está equivocado. En las lecturas de este mes, sí se habla de la necesidad de estar vigilantes durante la vida para estar preparados para cuando el Señor venga. Pero lo que es mucho más importante es que Dios nos pide una conversión de corazón, de alma y de vida a las cosas de Dios, dando muerte a todo lo malo y dejando atrás las cosas y el dinero. No debemos estar pegados a las cosas; son ilusiones y no tienen un valor eterno.

Si tenemos dinero, es bueno ayudar a alguien que es pobre y tiene necesidad, o a alguien que no puede encontrar trabajo, o a un enfermo que no tiene dinero para su medicina. No estamos en la vida solamente esperando la segunda venida de Jesús sin hacer nada; estamos diariamente viviendo la vida, ojalá en servicio a los demás. La espera es activa; no debemos pasar las horas sin hacer nada por otras personas; confiados en Dios llevamos nuestras vidas ordinarias, penetrados con Cristo que transforma nuestra mirada. Cristo vive en nosotros; Cristo nos da la esperanza; Cristo nos perdona por el mal que hemos hecho.

Jesucristo nos dio un ejemplo de cómo vivir: mostraba la compasión. Él tomó tiempo para visitar a Marta y María, enseñando a María y diciendo a Marta que es necesario hacer todos los quehaceres de la casa, pero ellos no deben quitar el tiempo para estar con Cristo Jesús, con Cristo-familia y con Cristo-amigos. Un hombre no debe estar tan preocupado por su trabajo como para despreocuparse de la esposa y de los hijos, que deben ser su principal preocupación.

Jesús se apartaba para orar y al verlo orar sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar. El Padre Nuestro viene de la experiencia de oración de Cristo; no es un formulario intelectual o teológico no más. Jesús nos enseñó del Dios misericordioso de Abraham que después de aguantar el regateo de Abraham, aceptó no destruir a Sodoma y Gomorra.

Nuestra oración debe ser insistente, constante, y sobre todo llena de fe, sabiendo que no necesariamente vamos a recibir lo que hemos pedido, pero seguros de que la respuesta será lo mejor para nosotros. "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo." Hay un gran poder en la oración de intercesión, especialmente cuando se va mas allá de nuestros propios intereses, asumiendo las dimensiones del mundo. Así son las oraciones de los fieles que rezamos todos los domingos cuando rezamos por nuestros líderes, la paz, la fuerza para los débiles y enfermos, etc.

Tenemos celebraciones para recordar eventos y personas especiales: cumpleaños, aniversarios de boda, etc. Los judíos celebran la Pascua para recordar su liberación de la esclavitud en Egipto, esperando que Dios seguirá dándoles la libertad. Nosotros, los católicos, celebramos la Eucaristía para recordar la entrega de Jesucristo a nosotros y para dar gracias a Dios por ella. Es por esta oración comunitaria que estamos unidos en la fe en Jesucristo; es por la Eucaristía que estamos animados para vivir consciente y activamente el evangelio aquí y ahora; es al final de la Eucaristía que cada vez estamos enviados a compartir la verdad de Jesucristo con los demás.

La Hermana Schwenzer es ministro pastoral a los hispanos en los condados de Wayne, Ontario, Yates y Seneca.

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