Durante una Misa en marzo en la Parroquia Nuestra Señora de las Américas en Rochester, Francisco Solaún perdió el conocimiento, se puso gris y se cayó, dijo su esposa, Esther.
El colapso, uno de varios que ha tenido en la iglesia y en la casa, fue causado por un ritmo anormal del corazón, y a Solaún ya lo han tratado por ese problema. Sin embargo, el miedo de que tenga otro ataque al corazón continua, dice su esposa.
"Causa mucho miedo, porque uno nunca sabe lo que va a pasar", dijo Esther Solaún.
Nuevos esfuerzos para extender el uso de desfibriladores automáticos externos en parroquias y otros lugares tiene por fin aliviar el miedo que causan las emergencias cardiacas.
Una nueva legislación estatal llamada La Ley AED del Buen Samaritano tiene muchas implicaciones para los neoyorquinos que tratan de usar los desfibriladores en público. En la actualidad, solo las personas que tienen certificados de CPR y de AED pueden usar desfibriladores con el público en general, pero los partidarios de su uso dicen que los aparatos son suficiente simples para que cualquiera los pueda usar.
La Asamblea y el Senado del estado concordaron, y ambos pasaron una ley a mediados de junio para permitir a todos el uso de los desfibriladores automáticos externos. El primero de julio, el gobernador no había firmado aun el proyecto de ley. La ley también extiende las protecciones de responsabilidad, observando que preocupaciones relacionadas con la responsabilidad pueden disuadir a los buenos samaritanos de usarlos.
El Padre Vincent Panepinto, párroco de la Parroquia Nuestra Señora de las Américas, señaló que en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37), un samaritano se para y le proporciona cuidados médicos a un judío que había sido atacado por ladrones y dejado por muerto.
"Estamos llamados a darle atención médica a los que la necesiten, aunque uno no conozca a la persona", dijo él.
Ese también es el mensaje de la Asociación Americana del Corazón, que opina que un conocimiento generalizado de la resucitación cardio pulmonar y la colocación de desfibriladores automáticos externos en locales públicos pudieran salvar a algunas de las 300,000 victimas de paros cardiacos repentinos que ocurren todos los años fuera de hospitales. En la actualidad, alrededor del 8 por ciento de esos casos se salvan.
Durante un paro cardiaco repentino, impulsos eléctricos en el corazón hacen que los batidos sean demasiado rápidos o caóticos. Los expertos dicen que un ataque del corazón es diferente; durante un ataque del corazón, el flujo sanguíneo a parte del músculo del corazón queda bloqueado. Sin embargo, un ataque del corazón puede causar un paro cardiaco repentino.
La sociedad del corazón dice que los presentes pueden aumentar las posibilidades de supervivencia proveyendo resucitación cardio pulmonar, lo que ayuda a mantener la circulación del oxigeno, y de ser posible, utilizar un desfibrilador automático externo lo que hace que el corazón trabaje correctamente.
Las posibilidades de supervivencia bajan un 10 por ciento por minuto, mientras que no se use el desfibrilador, dijo Amit Chitre, vicepresidente de comunicaciones y de mercadeo de la Asociación Americana del Corazón. Él explicó que el desfibrilador no produce un electrochoque si no es necesario.
"Cuando uno tiene que usar un desfibrilador, es obviamente una situación muy inquietante, y el aparato da instrucciones paso a paso", dijo Kim Basta, una enfermera que es directora de cuidado transitorio en St. Ann Community y que ha usado desfibriladores en pacientes.
Varias parroquias de la diócesis dicen que han comprado desfibradores automáticos externos. Las iglesias son buenas candidatas para comprar estos aparatos porque son lugares de reunión y a menudo atraen a personas mayores, dijo Paul Stumpf, de Canadice, que ha ayudado a hacer investigaciones sobre la compra de un desfibrilador a la Parroquia St. Matthews en Livonia y St. Mary en Honeoye. Stumpft dijo que fue su esposa, Sharyl, una técnica de emergencias medicas, quien sugirió que ambas parroquias compraran desfibriladores.
Paul Stumpf dijo que Nueva York tiene muchas regulaciones relativas a la disponibilidad de desfibriladores para uso público; su parroquia ha estado trabajando con una compañía asesora sobre desfibriladores para agilizar el proceso de compra. El estado requiere un contrato de cuidado de emergencia con un médico o con un hospital, entrenamiento para los usuarios potenciales de los desfibriladores, carteles que señalen donde están los aparatos, y notificaciones para el departamento de salud del estado, para los servicios médicos de emergencia oficiales, y para 911.
"Es mucho trabajo", dijo Stumpt. "Es algo importante, aunque no lo parezca al principio".
Aunque la nueva Ley AED del Buen Samaritano de Nueva York puede aliviar la preocupación de responsabilidad para los individuos, las parroquias pueden ser consideradas responsables si no siguen las reglas del estado, dicen los expertos.
"Las parroquias pudieran ser demandadas, si tienen un desfibrilador automático externo y nadie sabe donde esta situado o si nadie sabe usarlo", dijo Marcia Van Vechten, asesora de ventas para la Cruz Roja.
Algunas parroquias dicen que el costo es una barrera para adquirir y mantener los desfibriladores, que cuestan de $1000 a $3000. Los costos de entrenamiento, nuevas pilas, y pequeños detalles de mantenimiento hacen subir el total.
Sin embargo, hay disponible cierta ayuda financiera. El Estado de Nueva York ofrece un crédito de impuesto de $500 para desfibradores automáticos externos que pueden ser usados por el público. Además, algunas organizaciones sin fines lucrativos ofrecen subvenciones y descuentos de entrenamiento y de compra de los aparatos.
Los feligreses pueden donar dinero para la compra de los aparatos o para el entrenamiento de resucitación cardio pulmonar. Ese fue el caso de las parroquias del Sagrado Corazon y de Sta. Ana en Auburn n y en Owasco, cuyos feligreses donaron dinero para comprar desfibriladores después de que una persona tuvo una emergencia cardiaca durante la Misa, dijo Jackie Whatman, secretaria de las parroquias.
"Pudieron comprar los aparatos para las dos parroquias, dijo Whatman, que comentó que uno fue utilizado para tratar a una persona durante un juego de bingo.
Una pareja local dijo que tener un desfibrilador y saber dar resucitación cardio pulmonar valen la pena cualquiera que sea el costo, cuando la vida de un ser querido este en peligro. Paul Pakusch, un graduado de la Escuela Nuestra Señora de los Dolores en
Greece, dice que se sintió inútil por no saber dar resucitación cardio pulmonar cuando su esposa, Mary, tuvo un paro cardiaco repentino en el 2006. Un operador d 911 lo guió para hacer el proceso.
"Les digo sinceramente que espero no tener que hacerlo nunca más", dijo Paul Pakusch, que da conferencias localmente sobre resucitación cardio pulmonar y sobre desfibriladores para la Asociación de Paros Cardiacos Repentinos.
Mary Pakusch que tuvo pocas secuelas de su ataque gracias al experto tratamiento y a la desfibrilacion que le hicieron ocho minutos después de su colapso, dice que ella opina que debe haber más desfibriladores en lugares públicos y que todo el mundo debe aprender a dar la resucitación cardio pulmonar.
"Es algo relativamente simple y pudiera salvar la vida de alguien, y la mayoría de los casos se tratará de alguien que uno conoce", dijo ella.