ROCHESTER — La luz del sol iluminaba a través de los vitrales la Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro mientras el Diácono Daniel Hurley urgía a la comunidad reunida delante de él a que mantuviera vivo su espíritu generoso, dondequiera que la vida les llevara.
"Siempre tendremos nuestros recuerdos", comentó el Diácono Hurley durante la liturgia del 9 de enero que marcó el cierre de la iglesia. "Los ladrillos y el cemento no son importantes. …Lo que estamos haciendo es cargar nuestra baterías para ir a hacer el trabajo de Dios. Eso es lo que tenemos que seguir haciendo".
Unas 200 personas asistieron a la Misa bilingüe — incluyendo a antiguos feligreses que volvieron para despedirse de la iglesia en la que ellos o miembros de su familia habían sido bautizados, casados o enterrados.
En sus más de cien años de historia, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue siempre un hogar para los inmigrantes, empezando por los alemanes que la construyeron, luego para las familias polacas e italianas, y más recientemente para los nativos de Puerto Rico, la República Dominicana y Cuba, dijo el Padre Laurence Tracy, explicando por qué era apropiado que la Misa de clausura fuera bilingüe.
El coro hasta cantó un himno alemán dirigido por Irene Sultzbach, que ha sido una feligresa por más de un cuarto de siglo.
"Yo estoy tan segura que fue cantado durante la dedicación de la iglesia (en 1904)", añadió ella, "que había que cantarlo ahora".
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en 1089 Joseph Ave, y Luz de Cristo en St. Andrew, 923 Portland Ave, fueron las dos iglesias seleccionadas para ser cerradas como parte del proceso diocesano de planificación del verano pasado referente a las parroquias del noreste de la ciudad. Los sitios de culto que se seguirán usando como parte de la nueva parroquia de St. Frances Xavier Cabrini: la Iglesia San Miguel, en 869 N. Clinton Ave, Luz de Cristo en la Anunciación en 1754 Norton Ave, y Nuestra Señora de las Américas en 864 E. Main St., fueron aprobadas por el Obispo Mateo H. Clark a finales del 2010.
Sonia Ramos, de Rochester, encontró un hogar en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro hace más de 10 años y asistió a la Misa en español de la Iglesia, todos los sábados. Ella lloró cuando la Misa de clausura terminó.
"Es triste", dijo ella, porque su hija se casó en la iglesia y muchos de sus nietos fueron bautizados en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. "Tengo tantas memorias".
Muchos de los asistentes tomaron fotografías durante la Misa, tratando de captar recuerdos finales. El Padre Tracy dijo que una iglesia es un lugar físico donde los feligreses marcan y registran estos sacramentos y momentos importantes de la vida de la familia parroquial, un lugar donde los feligreses vienen a encontrar a Dios. Pero una iglesia es también la gente, observó él.
"La iglesia es también… la familia, donde nos reunimos para fortalecer los lazos de amor y de amistad", dijo el Padre Tracy.
El legado de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se puede resumir, dijo él, en el soliloquio final del Libro de Job, donde Job expresa orgullo por las buenas obras que ha hecho para ayudar a los pobres y reza para levantarse con honor, al igual que el fénix se levanta de las cenizas.
"Esta es una iglesia que ha acogido al visitante y al extranjero", dijo el Padre Tracy. "¿Cuántas personas han recibido aceptación y amor aquí? … Ha sido un refugio para el débil, el desamparado y el hambriento que encontró comida, sanación, amor, amistad, ropa y muebles".
Un ejemplo de esa hospitalidad ha sido el compromiso de la comunidad de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de ayudar a las madres y niños sin casa que vinieron a la Casa Bethany, dijo Donna Ecker, que habló después de la comunión. Hace dos años, dijo ella, el ministerio para estas mujeres en crisis encontró un hogar adyacente a la iglesia, en 1111 Joseph Ave.
"Gracias a su generosidad, Dios sigue viviendo en este barrio", dijo ella. "El plan de Dios para nosotros a menudo requiere cambio y transición. Quiero que sepan el bien que han hecho. … Sus corazones y espíritus no están limitados a este edificio. Dios los acompañará y los guiará durante esta transición".
Norma Bruni, que fue una de los tres feligreses que llevaron las ofrendas al altar antes de la comunión, dijo que ella no sabe lo que el futuro le traerá.
"Éramos una familia que se quería y que hacía cosas junta", dijo ella. "No puedo comprender lo que ha pasado. … Yo soy Católica y moriré Católica. Pero tengo que encontrarme a mí misma otra vez".
El Padre Tracy le pidió a todos los presentes que no pensaran en la Misa como un adiós.
"El segundo significado de iglesia como comunidad es muy importante", dijo él. "Yo quiero volverlos a ver… Queremos volver a estar juntos. Podemos hacerlo, ¡y lo haremos!".