Los avances de los inmigrantes hispanos

En la reciente ceremonia de graduación de Westchester Community College, Valhalla, N.Y., Jasiel Morales, de 18 años, inmigrante de la Republica Dominicana, fue reconocida por ser la persona más joven quien recibió título. Y aunque vino a Yonkers, N.Y., sólo hace cinco años y encontró el idioma y la cultura desafiantes, logró el primer lugar en la clase de 2010. En el otoño ingresa a New York University para estudiar comercio y después para ser abogado, según las noticias. Entre los 1,581 quienes recibieron título, había hombres y mujeres jóvenes de 30 países, incluso desde Argentina a Venezuela en Sur América.

En el actual clima de oposición a la inmigración, la opinión pública ve a los hispanos como cultura en disfunción con el potencial de bajar el estándar de vida del país. Ese juicio está a la base de la oposición contra los inmigrantes indocumentados. Lawrence Downes del New York Times escribió que fanáticos vacían su odio del pueblo de habla hispana en la palabra "illegal", y "señalándolos criminales congénitos, leprosos, ladrones, sucios".

El éxito de Jasiel Morales y de muchos otros desafía esa percepción. En la reciente ordenación de la Arquidiócesis de Nueva York, dos de los 10 nuevos sacerdotes son inmigrantes de América Latina: Enrique Salvo de Nicaragua y Fredy Patiño Montoya de Colombia. El joven quien eventualmente me sucedió como editor de la Revista Maryknoll es David Aquije, inmigrante del Perú. La mujer que hace varios días me sacó sangre para una prueba médica dijo que es de Ecuador. La asistente dental quien hizo mis radiografías en la clínica de mi hermano en Aurora, Colo., vino de Honduras.

Por supuesto, hay inmigrantes de todo el mundo, muchos en puestos de liderazgo. Sacerdotes de Africa han trabajado en mi parroquia en Croton-on-Hudson, N.Y., en años recientes. El Padre Loyola Amalraj, de la India, ha sido el vicario parroquial por años.

La escasez de sacerdotes nos sacudió hace poco. El Padre Michael Keane, el pastor, anunció el fin de una Misa del domingo. El proceso de incardinación requiere que el Padre Amalraj se mude a otra parroquia y no hay reemplace.

Según el Padre Keane, sólo la presencia de unos cientos de sacerdotes del extranjero evita que la arquidiócesis haga cambios más extremos. La sociedad principal simplemente no produce suficientes sacerdotes, monjas, hermanos o diáconos.

Lo mismo se ve en el campo de trabajo. En mi vecindad hispanos barren nieve en el invierno, cortan yerba en el verano, reemplazan techos, construyen paredes de piedra, limpian patios y canalones, casas y hoteles.

El otro día, por primera vez, vi uno colgando a una altura de 60 pies de un cable entre dos ramos enormes de un árbol. Sistemáticamente, cortaba trozos con una sierra de cinta que colgaba de su cinturón de seguridad. Al verme mirando hacia arriba, me brindo una gran sonrisa e hizo la señal de la cruz.

Estos trabajadores hacen su labor con buen humor, sea peligrosa o no.

La gente ve una cara con piel café y asume que él o ella es extranjero ilegal. Aún, la gran mayoría de los 50 millones de hispanos estimados en Estados Unidos son ciudadanos o residentes legales. Millones descienden de españoles que llegaron al Suroeste 250 años antes que esa región fuera incorporada a Estados Unidos o emigraron a Estados Unidos casi un siglo atrás. Otros millones son Puertorriqueños cuyos antepasados recibieron ciudadanía por ley promulgada por al Congreso en 1917. Otra gran parte consiste de refugiados de Cuba, Centro y Sur America legalmente recibidos en este país.

Los inmigrantes hoy día vienen porque nuestra sociedad envejece y los necesita.

Nadie es ilegal para Dios.

Sandoval es un columnista de Catholic News Service.

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