Ya que estamos en la etapa de vida cuando es prudente vivir cerca de una de nuestras hijas, mi esposa y yo nos estamos mudando a West Hartford, Conn.
Aunque hemos vivido en muchos lugares y estamos acostumbrados a la bienvenida de tenderos, comerciantes y profesionales, esta vez nos ha maravillado la bienvenida de varias iglesias y de miembros de otras iglesias.
Una invitación vino en un sobre con nuestra dirección escrita a mano y dirección remitente que decia, "Venga y crezca en La Primera Iglesia", ilustrada con la silueta de un árbol.
Traia una carta de Joan Hubbard del Comité de Membrecía de la Primera Iglesia de Cristo Congregacional, en existencia desde 1713.
"Ir a la Iglesia cada semana nos puede beneficiar con tranquilidad, aumentar nuestra espiritualidad, y con la oportunidad de hacer nuevas amistades", escribió Joan. "Los domingos por la mañana nuestra furgoneta los puede traer a la iglesia y llevarlos a casa después. Llamen el viernes antes del medio día si necesitan que los recojamos."
Tal servicio es inestimable para los ancianos como mi prima Josie, viuda de 90 años quien vive en Colorado. Sus seis hijos se convirtieron a una iglesia evangelica y, de repente, ella no tenía nadie quien la llevara a Misa, especialmente después que su hija mayor se mudó a otra ciudad.
Otra invitación vino de la Iglesia Congregacional de Gracia, descrita como "una pequeña congregación de unos 35 miembros donde cada miembro es ministro y donde la Reverenda Karen L. Roy, es líder de culto. La invitación urge a uno a "venir a nuestro servicio de las 10 a. m. y después a la hora de refrescos para conocer a otros que han encontrado familia de fe la Iglesia de Gracia."
Cada invitación invita a uno a visitar la página web de cada iglesia o a llamar al pastor.
Una bienvenida más personal vino de mi vecino al otro lado de la calle, el Reverendo Dana L. Hallenbeck, un ministro en la Iglesia Luterana. En octubre, antes que empezáramos a establecernos en nuestra casa en Connecticut, una tormenta de nieve temprana dejó un desastre de árboles quebrados y tendidos eléctricos caídos. Fui a limpiar de mi patio una pila masiva de ramos.
Hallenbeck, quien se ordenó ministro después de trabajar 30 años como policía en West Hartford, cruzó la calle la primera tarde y me dijo: "He querido venir a ayudarte pero no pude hoy porque estaba cuidando a mi nieto."
Varios días después, vino con una sierra de cinta y cortó todos los ramos para leña.
No sé como las iglesias mencionadas se dieron cuenta que somos nuevos residentes en este lugar, pero si nuestra parroquia Católica tiene la misma información, todavía no hemos recibimos comunicación de ella.
Esta, por supuesto, es la invitación que buscamos.
La Iglesia de San Pedro Claver, un edificio muy bello como a una milla de lejos, parece ser nuestra parroquia. He caminado por la calle donde esta varias veces, imaginando como sería ser miembro. He contado cuanto tiempo toma caminar de mi casa a la iglesia. Uno de estos días voy a ir a la Misa diaria o dominical.
Esperamos que la bienvenida sea tan calurosa como la de nuestros hermanos y hermanas de las otras iglesias que no nos conocen. Y en referencia a estas, pensamos que sería bueno conocerlas mejor y quizás participar en algunas de sus actividades.
Recibimos beneficio espiritual en una ocasión cuando participamos en un servicio de la iglesia congregacional de nuestra hija en Boston. La fe y la bondad existen por dondequiera.