Habiendo estado peligrosamente cerca de combate en Iraq y escuchando historias de trauma en tiempo de guerra de muchos soldados compañeros, el Padre Patrick Van Durme tiene experiencia extensa con el horror de la guerra — lo suficiente para dejarlo luchando con los síntomas del desorden de estrés postraumático (DEPT o PTSD, siglas en inglés).
"Tengo tanto DEPT como cualquier otro", comentó el Padre Van Durme, un sacerdote diocesano de Rochester que ha servido como capellán en el ejército desde el 2008.
De acuerdo al Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, siglas en inglés), el DEPT es una respuesta física y emocional fuerte a un evento o eventos traumáticos — tan profundo que impide la capacidad de uno para llevar una vida diaria normal. Sentimientos abrumadores de estrés, temor e impotencia pueden durar por semanas, meses o años — incluso cuando la amenaza de peligro ha desaparecido.
El NIMH añade que el trauma subyacente típicamente surge de estar expuesto a la violencia — tal como agresión física o sexual, secuestro, accidentes, bombardeos y desastres naturales – o el peligro de tales eventos. DEPT puede desarrollarse de experimentar directamente el trauma, presenciarlo o — como en el rol del Padre Van Durme en su capacidad de capellán — enterarse del mismo.
Aunque mucha gente en la sociedad está a riesgo de DEPT, los que sirven en las fuerzas armadas están asociados con mayor frecuencia con el desorden. El Departamento de Veteranos de EE.UU. dice que en el 2011, casi 500,000 veteranos diagnosticados con DEPT fueron tratados en las instalaciones de la VA (siglas en inglés).
El Padre Van Durme observó que el estilo de vida del personal militar — duración de los períodos de servicio, traslados frecuentes — naturalmente conduce al estrés. Si se añade el servicio en zonas de combate, la posibilidad del DEPT es aún mayor.
Foto por cortesía de Sgt. Jeremy Kubler
El Padre Patrick Van Durme (centro) preside en un servicio para soldatos estadounidenses cerca de Mosul en Iraq en el 2010.
"Tiene que entender que la guerra es horrible, y cosas horribles suceden", comentó el Padre Van Durme, que más recientemente sirvió su capellanía en Fort Hood, Texas. "Éstas son personas que han tenido experiencias horribles, horribles".
‘Heridos en el alma’
La Alianza PTSD — un grupo de organizaciones profesionales y de intercesión que provee educación acerca del desorden – dice que aproximadamente 70 por ciento de los adultos en los Estados Unidos ha sufrido al menos un evento traumático en sus vidas, y hasta un 20 por ciento de estas personas terminan por desarrollar DEPT. Junto a los miembros en el servicio, la gente a riesgo de DEPT incluye civiles sobrevivientes de guerra; sobrevivientes de violencia doméstica, violación o agresión/abuso sexual; víctimas de agresión física; sobrevivientes de accidentes, fuegos y desastres naturales; niños víctimas de negligencia o abusados sexual, física o verbalmente; adultos que fueron abusados de niños; gente que ha sufrido enfermedades que han puesto sus vidas en peligro o procedimientos médicos invasivos; profesionales de emergencia tales como los que trabajan en ambulancia, policía, bomberos y trabajadores de rescate y los que sufren la muerte inesperada de un ser querido.
El NIMH observa que los síntomas de DEPT caen en tres categorías:
1. Re-experimentar el trauma, tipificado por experiencias retrospectivas (flashbacks) repetidas, pesadillas o pensamientos atemorizantes.
2. Evitación — posiblemente incluyendo alteración de las rutinas personales — de personas, lugares o cosas que sirven como recordatorios de la experiencia traumática.
3. Híper-excitación, que consiste en sentirse tenso, sobresaltarse fácilmente, experimentar ataques de ira o dificultad para dormir. Tener una combinación de al menos un síntoma re-experimentado, tres síntomas de evitación y dos síntomas de híper excitación por un mes o más amerita un diagnóstico de trastorno de estrés postraumático, según el NIMH.
El desorden comúnmente conduce a autoestima baja, problemas en las relaciones, depresión, ansiedad/desorden de pánico, abuso de alcohol/drogas, tendencias suicidas, conducta de alto riesgo y dolencias físicas, observa la página web de la Alianza PTSD.
Los veteranos de la guerra luchan grandemente con el DEPT no sólo por el riesgo a sus propias vidas, señaló el Padre Van Durme, sino también por el tremendo sentimiento de culpa que llevan consigo por el trauma que infligieron en otros.
"Todo soldado de las fuerzas especiales que he conocido son personas buenas y santas que tienen que hacer su trabajo", explicó. "Matar a otra persona es tan aberrante para su estructura moral que es una herida a su alma".
"Lo que ellos desean saber es, ‘¿Me ama Dios todavía? ¿Sigo siendo hijo de Dios después de haber hecho lo que hice? ¿Sigo siendo un ser humano? ¿Cómo puede Dios amarme cuando le disparé a una persona en la cara, cuando volé un edificio y cinco niños estaban ahí’"?, añadió el Padre Van Durme, que se retirará del ejército el 23 de noviembre debido a complicaciones de una lesión de la espalda sufrida durante un aterrizaje de un helicóptero en el 2010. No se ha establecido aún dónde será asignado cuando retorne a la diócesis de Rochester.
El Padre Van Durme dijo que es importante que la persona que lo sufre hable del DEPT con alguien de confianza, pero observe que las víctimas a menudo están reacias a admitir su desorden y muchas veces no se dan cuenta por muchos años cuán profundamente han sido afectadas por el trauma. Como capellán obligado a una estricta confidencialidad, a menudo él ha sido la primera persona que ha escuchado el horror experimentado por los soldados en lugares tales como Iraq y Afganistán.
"Uno deja que sigan y no paran de hablar por tres horas", dijo. "Ellos dicen, ‘Si no se lo digo, nunca se lo diré a nadie’. Es una responsabilidad sagrada de proporciones increíbles".
‘Curación muy posible’
Estas historias de muerte y sufrimiento han pesado mucho sobre él también, observó el Padre Van Durme.
"Por mucho tiempo tuve pesadillas", reconoció.
Su estrés ha sido exacerbado por haber pasado un año empezando en el 2009 en Iraq, donde rutinariamente escuchaba los disparos, y por sus responsabilidades diarias de la capellanía militar, que él llamó un servicio crónicamente escaso de personal.
La buena noticia es que el Padre Van Durme siente que está manejando su DEPT bien con terapia profesional, oración y "con sólo hablar con la gente" para dar salida a sus propios sentimientos reprimidos.
"La curación del DEPT es muy posible, pero uno tiene que encontrar un lugar donde descargar", dijo. "Si uno trata de aguantar esa presión adentro, la olla de presión se convierte en una bomba y uno se hiere a sí mismo y también hiere a todos los que están a su alrededor. Combatirlo es lo que lo empeora".
De otro lado, él dice que los soldados de combate que han estado "viviendo en el infierno por un año" podrían necesitar más tiempo para manejar exitosamente su DEPT. Dijo que a menudo él envía a la gente con DEPT para asistencia socio psicológica profesional si el desorden está afectando profundamente sus matrimonios, trabajo o habilidad para comer y dormir.
Otro paso clave para el Padre Van Durme ha sido "aceptar quién soy y que esto es parte de quién soy, pero no define quién soy". Dijo que otros que tienen DEPT con suerte podrán darse cuenta de que "no es el final de la historia, no es ‘el modo como me siento ahora es como me sentiré por el resto de mi vida’". En lugar de pensar en el trauma constantemente, "uno puede tomar el libro y uno puede colocarlo en el estante".
"Uno nunca olvidará lo que ha hecho (o) lo que ha visto. Pero uno puede liberar la presión y el dolor asociado con eso", dijo el Padre Van Durme.