BRIGHTON — Una jugada perfecta concluyó lo que pudo haber sido la temporada final de la Liga Católica de Bolos de la Ciudad.
El 6 de enero, con poco más de un mes antes de los partidos finales de la temporada, Michael Ross hizo 300 puntos en una jugada, el número máximo de puntos que un jugador de bolos puede lograr en una jugada. Michael, 14, estudiante de octavo grado en la Escuela World of Inquiry No. 58, es el segundo niño que logra una puntuación perfecta en una jugada en la historia de la liga, que comenzó hace más de dos décadas, dijeron los entrenadores de la liga.
Michael dijo que cuando esperaba el comienzo del torneo de fin de año el 9 de febrero la posibilidad de lograr un juego perfecto pareció estar a su alcance después de la sexta jugada.
"Pensé que debería tratar de lograrlo", dijo.
Pero al llegar la jugada final, Michael dijo que sus ojos estaban borrosos y simplemente rezaba para que la bola rodara al lugar correcto.
"Cuando vi que había hecho caer todos los bolos, me tiré al piso… y todos estaban gritando", dijo. "He visto a muchas personas perder esa jugada".
Michael tuvo una jugada con una puntuación de 300 en un partido contra la Escuela Secundaria Jesuita McQuaid, una de las cuatro escuelas secundarias católicas del área que participan en la liga. El entrenador de McQuaid Steve Pogal dijo que éste fue el único partido que su equipo perdió en toda la temporada.
En el día que Michael iba por su jugada perfecta, todos le estaban animando, dijo Pogal. Pero Michael se sacudía antes de cada rodada de la bola, añadió.
"Cada niño en mi equipo le apoyaba", dijo Pogal.
Tal camaradería entre los equipos es evidente durante la temporada y la liga, de acuerdo a los jugadores, entrenadores y padres.
"La gente es muy amigable y es fácil llevarse bien", dijo Jessa Glaspy, estudiante de tercer año en el Instituto Aquinas, quien tuvo el promedio más alto de la temporada en la división de niñas de la liga. "Estamos muy unidos".
Daniel Fluellin, un estudiante en la Escuela No. 58 World of Inquiry, abraza a un compañero de su equipo después de derribar todos los bolos en el segundo partido del torneo el 9 de febrero para la Liga Católica de Bolos de la Ciudad.
El entrenador Brian Fedele de la Escuela No. 58 dijo que generalmente los jugadores también son buenos estudiantes académicamente.
"Es un grupo bueno para entrenar", dijo.
Además de la atmósfera amigable, la liga ofrece también interacción entre los niños que de otro modo no tendrían oportunidad de conocerse, observó Cindy Burnett, que ha supervisado la liga por 19 años como subdirectora en Clover Lanes. En parte, esas relaciones se desarrollan por la naturaleza del deporte donde los equipos rivales se sientan uno al lado de otro en lugar de frente a frente en una cancha de baloncesto o cancha de fútbol, comentó Pogal.
"Son niños buenos", dijo Burnett. "Me encantan".
Aunque la liga no ha acordado aún el local para el año próximo, ella espera que pueda seguir a Clover Lanes a su nueva ubicación en el vecindario de las carreteras Winton-Blossom en Rochester.
"Éste (centro de juego de bolos) ha sido un gran hogar", dijo Fedele. "Son muy buenos para los niños aquí".
Todos los estudiantes son respetuosos con el personal y los entrenadores, observó Claudia Herman, entrenadora de la Escuela Andrews Trahey por los pasados 15 años.
"No se les da suficiente crédito", dijo refiriéndose a los estudiantes de la ciudad que participan. "Estos niños que vienen aquí son buenos niños". El juego de bolos también ofrece una oportunidad para los estudiantes que de otro modo podrían no tener la oportunidad de participar en un deporte escolar, dijo Burnett. Por muchos años ella ha disfrutado de presenciar el crecimiento de los jugadores que nunca antes habían jugado.
"Esta es la parte que nos emociona", dijo Burnett.
El centro de bolos también trae buenos recuerdos para Michelle Grosodonia, quien el 31 de enero, 2008, fue la única jugadora en la historia de la liga femenina en anotar un juego perfecto. Habiendo jugado en el Colegio Sacred Heart, ahora es entrenadora auxiliar del equipo Mercy, y dijo que su objetivo es ser el modelo positivo que sus entrenadores fueron para ella.
"Mi entrenador jugó un papel muy grande en mi vida", dijo. "Poder dar es el don más grande que existe".