BROCKPORT — Tom Rivers no se propuso hacer un tratado sobre la reforma de la inmigración hace dos años cuando empezó un proyecto para escribir sobre el aspecto extenuante del trabajo agrícola.
Pero al describir los esfuerzos físicos y el cansancio extremo que confrontan cada día los trabajadores migrantes para poder mantener a sus familias, Rivers dijo que él espera que los que lean sus artículos tengan una perspectiva diferente sobre el debate sobre la inmigración. El trabajo agrícola es más extenuante que correr un maratón.
Rivers habló durante la décima Conferencia Anual sobre la Diversidad, patrocinada por la Universidad Estatal de Nueva York en Brockport el 16 de septiembre. Según Joel Frater, asistente del Rector de Diversidad, más de 1,000 personas asistieron al evento de un día de duración, que también incluyó una conferencia por la actriz Phylicia Rashad, talleres sobre una variedad de tópicos y presentaciones culturales desde danzas irlandesas hasta artes marciales brasileros.
Unas 50 personas fueron al taller en el que Rivers discutió su serie de 16 artículos que salieron en The Dily News de Batavia. La serie se convirtió en el libro: Trabajadores del Campo"Trabajo Duro y Duras Lecciones en los Campos del Oeste del Estado de Nueva York", que fue publicado este año. Los artículos que enfocan su viaje ordeñando vacas y recogiendo coles de 20 libras cada una, también fue premiado por la Asociación de Reporteros Agrícolas de Norte América, la Escuela de Periodismo de Columbia y la Associated Press.
Rivers observó que su investigación periodística de esta población "desconocida", no lo llevó muy lejos de su casa en Albion.
"Uno pensaría que tenía que ir a Bosnia o a Rusia", dijo él. "Yo solo tuve que ir a una milla de mi casa".
River dijo que él cubrió la situación difícil de los granjeros antes de que la reforma de la inmigración se convirtiera en un debate nacional, y que los granjeros le dijeron que una falta de mano de obre resultaría de la aplicación con mayor severidad de las leyes de inmigración debido al ataque terrorista del 11 de septiembre, combinado con el no haber pasado legislación reformando las leyes de inmigración.
En el 2008, mientras que oradores empezaron a usar retórica acusando a los trabajadores migrantes de robar trabajos y de aprovecharse de los servicios sociales, Rivers notó que no se estaba prestando atención a las dificultades que presentaba trabajar en una granja. Entonces fue cuando decidió hablar sobre el asunto.
"Pensé que era buena idea echárselo en cara a la gente", dijo él.
A pesar de esfuerzos por mostrar los retos que confrontan los trabajadores migrantes, el senado del estado de Nueva York votó en contra de una ley que le daba a los trabajadores del campo los mismos derechos que tienen los demás trabajadores, incluyendo paga por trabajo suplementario, compensación por enfermedad y un día de reposo a la semana. Martha Schultz, de la Coalición de Labor-Religión de la Campaña de Justicia para los Trabajadores del Campo dijo en un mensaje por correo electrónico del 28 de septiembre que la coalición continuará abogando por esa legislación y se siente alentada por la aceptación de la ley de los derechos de los trabajadores domésticos que entrará en vigor en noviembre.
"Ese es un símbolo de progreso", añadió ella.
Después del taller de Rivers, Doug Collier, profesor de estudios sobre deportes y educación física de SUNY Brockport, dijo que él está de acuerdo con la opinión de Rivers de que la población de los trabajadores migrantes es más o menos invisible, especialmente si uno no vive en áreas rurales como Albion o Brockport. El libro de Rivers también es importante porque subraya la importancia de estos trabajadores y lo necesaria que es la reforma de las leyes de inmigración, añadió él.
"Si se cierra el conducto, ¿quién va a hacer el trabajo?", dijo él.
Escribir la serie fue algo educativo para Rivers. Aunque él había sido un reportero agrícola por largo tiempo, Rivers dijo que el no ha ido a granujas a menudo. Así que se propuso escribir una serie de historias personales sobre la temporada de trabajo de marzo a octubre.
"Aun si uno no trata sobre el problema de la inmigración, pensé que era buena idea hablar de cómo se cultiva la comida", añadió el.
Sus editores lo dejaron tratar, pero no le mandaron un fotógrafo al principio. Así que en sus primeros días en los campos él tomó sus propias fotos usando una pequeña cámara digital y le pidió a un trabajador del campo que le tomara una foto que terminó siendo la cubierta de su libro.
Rivers trabajó un día en trece granjas del lugar, muchas de las cuales emplean a trabajadores que tienen visas H2A, que le permiten a los trabajadores extranjeros viajar a un área específica para realizar trabajos que sean "de naturaleza temporal" y que duren menos de un año, según informaciones dadas por el sitio Web del Departamento del Trabajo de los Estados Unidos en www.dol.gov/compliance/guide/taw.htm. Los empleadores deben probar que la necesidad que tienen de trabajadores es verdaderamente temporánea, dijo Rivers, quien explicó cómo un granjero había cambiado para trabajadores con visas H-2A después de haber perdido a 100 trabajadores indocumentados debidos a redadas de los agentes de inmigración en el 2006.
Su único trabajo que duró varios días fue ordeñando vacas en una lechería, dijo Rivers. Sorprendentemente, los días de trabajo más duro fueron recogiendo cerezas porque tuvo que subirse en árboles de 25 pies de altura, y recogiendo frambuesas con un calor de 88 grados Fahrenheit, mientras trataba de determinar si las frutas estaban maduras. Rivers explicó que seleccionar las frutas perfectas es importante, porque se pueden perder miles de dólares si una cadena de mercados rechaza un envío porque las frutas no son 99 por ciento perfectas.
"El ama de casa de los suburbios es una enemiga de los granjeros… porque fija normas demasiado altas", comentó él.
Rivers también ayudó a recoger 40 toneladas de col mientras llovía a cántaros — tenía que agacharse y recoger cabezas de col que pesaban 20 libras y tirarlas a un camión.
"Las coles se recogen aunque el tiempo sea muy malo", dijo el. "Habían truenos y rayos y nosotros teníamos cuchillos de metal. Me quedé azorado de lo malas que eran las condiciones".
Rivers dijo que le llevó cuatro días para que los tendones de sus muñecas se recuperaran lo suficiente como para poder alzar a su hijita. Él le dijo a su audiencia de Brockport que perdió 40 libras trabajando en los campos y que luego se entrenó y corrió en un maratón, que no le resultó tan difícil como trabajar en los campos. Muchos trabajadores migrantes, que venían de México, Jamaica, Haití y otros países, no le tenían confianza al principio, ni pensaban que duraría un día porque habían visto a otros americanos que habían tenido que abandonar el trabajo por no poder soportarlo.
Pero los trabajadores les dieron muestras de amabilidad que lo emocionaron, tal como hacerle recomendaciones cuando él pensaba que ya no podía seguir, o dándole buches de un refresco comprado por otros trabajadores. Escuchó una y otra vez que esos trabajadores tomaban muchos riesgos para trabajar porque sus familias dependían completamente de ellos.
"Yo conocí a gente que me inspiró en los campos. Eso no me sorprendió", escribió él en el libro. Algunos trabajadores me confesaron que estaban aquí ilegalmente, que no tenían los documentos necesarios para estar en el país. Ellos no querían que les sacara fotos, ni que sus nombre aparecieran en el periódico. No querían correr el riesgo de ser enviados de vuelta a su país por llamar la atención sobre sí mismos. Necesitaban el dinero que estaban ganando, típicamente $10 la hora. Muchos trabajaban 60 horas o más a la semana, sin quejarse".
NOTA DE LA REDACCIÓN: Para más informaciones sobre Rivers o su libro, favor de visitar www.farmhands.com.