Muchos puertorriqueños conocen la letra de la canción patriótica “Verde Luz”: “Si me ausento de tus playas primorosas / si me alejo de tus palmas silenciosas / quiero volver”. Un gran amor por Puerto Rico me empujó a contestar esa llamada ancestral y mudarme a Puerto Rico de nuevo.
Me gradué de Nazareth College en el 2016 y luego trabajé como maestro en Rochester. Allí también trabajé con la comunidad puertorriqueña a través del Partido Independentista Puertorriqueño y otras organizaciones. Sin embargo, cuando volvía a Puerto Rico de vacaciones me daba angustia al ver la desolación de mi viejo barrio y mi patria debido a la crisis económica y la migración.
También, veía un pueblo en lucha y resistencia. La respuesta de los gobiernos federales y territoriales a la crisis del país antes y después del huracán María ha sido la privatización y venta de nuestros terrenos e instituciones a corporaciones foráneas. Por ejemplo, en el municipio de Peñuelas el gobierno permite el uso de sus terrenos para depositar cenizas de carbón toxicas de los Estados Unidos. Los peñolanos se han manifestado bloqueando la entrada de camiones con cenizas al pueblo. El pueblo puertorriqueño se ha opuesto a los recortes multimillonarios a la Universidad de Puerto Rico y los rumores de su privatización, a la eliminación de derechos a los trabajadores impuesta por la Ley 4-2017 (Reforma Laboral) y ahora a la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) propuesta por el gobernador Ricardo Rosselló.
Viendo todo esto me pregunté: ¿Por qué no vuelvo para unirme a la lucha por un Puerto Rico mejor? Entonces acepté una oferta de trabajo en Puerto Rico y un recorte salarial de $13,000 pero con un corazón listo para contribuir. Mi rechazo de una oferta de trabajo más lucrativa en Estados Unidos a favor de volver a Puerto Rico es una decisión que muchos “millennials” en la diáspora han hecho. Aunque no nos conocemos en persona, estamos unidos en nuestra motivación: Formar un país más auto-sostenible.
Como si la tarea detrás de mí motivación no fuese difícil, el Huracán María hizo el trabajo sumamente más duro. Todavía 40 por ciento de la isla se encuentra sin servicio de energía eléctrica, muchos están sin agua potable ni comida, innumerables negocios han cerrado y muchas casas están bajo amenaza de subasta. María removió la máscara de progreso y comodidad que nos prometió el Estado Libre Asociado, revelándonos la triste realidad de ser una colonia sin apoyo tangible del gobierno federal y sin recursos debido al coloniaje. Aun así debemos trabajar de distintas maneras para apoyar a Puerto Rico. Sé que no todos pueden hacer la misma decisión de volver a Puerto Rico; pero si no se puede volver, espero que se pueda ayudar a su recuperación y resistencia a través de su tiempo, dinero, voz y voto para que podamos cumplir la otra estrofa de “Verde Luz”: “libre tu cielo / sola tu estrella / isla doncella quiero tener”, y así crear el Puerto Rico que tanto anhelamos.
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Figueroa-Lippert reside en San Juan y es un maestro en Bayamón.