Estoy seguro que ustedes compartieron mi angustia sobre la reciente controversia acerca de la amenaza hecha por un líder religioso de quemar copias del Corán, las sagradas escrituras del islamismo. Aunque me alegré de que cambiara de opinión después de la considerable presión que recibió del mundo entero, incluyendo de la Santa Sede, me quedé preocupado por el clima que había podido generar un acto de odio como ése y los actos de profanación contra los mahometanos que han sido reportados.
Como católicos, debemos condenar tal odio y discriminación como seguidores del Cristo, que no rechazó a nadie y que nos enseñó a amar a nuestros semejantes. Como personas de fe que valoramos y defendemos toda la vida humana y la dignidad desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, y como cristianos y americanos, debemos sentirnos entristecidos por la retórica de odio contra los mahometanos – o contra cualquier grupo de personas debido a sus creencias religiosas. Siempre debemos rechazar cualquier acto o lenguaje que tenga por objeto dañar, condenar o hacer estereotipos de personas debido a sus creencias religiosas. Y tenemos que aferrarnos a nuestra creencia que todas las personas en la tierra son hermanas y hermanos que están unidos inextricablemente – creados por un Dios amante y benévolo que desea que haya un mundo de armonía, compasión y paz.
La iglesia ha dejado claro sus sentimientos. Y yo pienso en las bellas palabras de Nostre Aetate (Latín por "Nuestra Era"), el documento del Vaticano II de 1965 que abrió una nueva era de relaciones ecuménicas para la iglesia católica. "Una es la comunidad de todos los pueblos, uno su origen, porque Dios hizo a toda la raza humana para que viviera en la faz de la tierra. … La iglesia católica no rechaza nada que sea verdadero y santo en esas religiones. Ella considera con sincera reverencia, las maneras de conducirse y de vivir, los preceptos y las enseñanzas que aunque son diferentes de muchas maneras de las que ella sostiene, reflejan sin embargo un rayo de la verdad que nos ilumina a todos".
Yo también me acuerdo de la declaración que hizo recientemente el Consejo Pontificio para Diálogo Interreligioso del Papa Benedicto XVI , que hizo una llamada para que se acabaran el odio religioso y los actos tales como la profanación del Corán. "Cada religión, con sus respectivos libros sagrados y lugares y símbolos de culto tiene el derecho al respeto y la protección. Nos referimos al respeto que se debe a la dignidad de la persona que es un miembro de esa religión y a su libertad con respecto a materia religiosa".
El derecho a practicar su propia fe es una marca de la democracia americana. Como personas de fe, tenemos que estar siempre agradecidos de que vivimos en una nación fundada en los principios de libertad religiosa. Esto significa libertad religiosa y respeto hacia todas las personas de fe.
No debemos dejar que el miedo y la ignorancia ni los actos de extremistas que practican la violencia en el falso nombre de su fe – nos lleven a juzgar o a condenar a otros que tengan creencias religiosas diferentes de las nuestras.
En nuestra propia diócesis, hemos trabajado arduamente – y en muchos casos hemos sido pioneros nacionales – para establecer lazos de amistad, respeto mutuo y protección con otras denominaciones cristianas, con la comunidad judía, con los mahometanos y con muchos otros grupos de fe.
Yo estoy orgulloso del hecho que nuestra diócesis firmó uno de los primeros convenios con la Diócesis Episcopal de Rochester hace 22 años; que tenemos conversaciones ecuménicas e interreligiosas con casi todos los grupos de fe de nuestra área; que fuimos la primera diócesis católica de la nación en firmar un acuerdo de entendimiento con la comunidad judía hace una docena de años y que hicimos historia con un Convenio de Entendimiento y Cooperación Católico-Mahometano, firmado en el 2003. Cada una de estas acciones nos ha llevado no solamente a un entendimiento y respeto mutuos, sino a programas y proyectos conjuntos que han mejorado nuestra comunidad. En efecto, con respecto a las comunidades judía y mahometana, nuestros continuos diálogos, y nuestro compromiso de largo tiempo de mantener esas relaciones han hecho mucha diferencia cuando se han presentado problemas nacionales o han ocurrido incidentes recientemente.
Quizás ustedes se estén preguntando qué pueden hacer como individuos o como miembros de una comunidad de fe.
Primero, los insto a que se unan a mi para rezar para que nuestra sociedad acepte verdaderamente la diversidad nacional, que está creciendo y que ya ha dado fruto con nuevas ideas y energías para unos Estados Unidos construidos en la diversidad. Segundo, tratemos todos de aprender más sobre otras religiones que no comprendamos bien, o de conocer a vecinos y compañeros de trabajo de diferentes religiones, buscando no solo las diferencias sino las grandes similitudes que unen a las grandes religiones del mundo. Y si ustedes sienten que quieren ahondar en este trabajo, tomen las oportunidades que se presenten para tener diálogos ecuménicos y aprender sobre otros grupos de fe. Pueden visitar nuestro sitio Web sobre asuntos ecuménicos e interreligiosos: www.dor.org/psm/documents/EcumenicalandinterreligiousAffairs.htm.
Puedo decirles por experiencia personal que hablar con otras personas cara a cara sobre otras creencias, de manera honesta, sincera y franca resulta muy provechoso y transformador. También por experiencia personal les digo que compartir mis creencias más profundas y mis sentimientos sobre Dios con otras personas y expresarlas en alta voz, me ayuda a afirmar las cosas que me resultan más sagradas.
Finalmente, tratemos todos de ser pacificadores, de rechazar los insultos y los actos que hieran a los demás, que clasifiquen o separen a la gente, Yo creo que eso es lo que Jesús, que dijo "bienaventurados sean los pacíficos", quiere que hagamos.
Paz para todos.