Espero que hayan tenido una santa Cuaresma y una feliz Pascua de Resurrección. Es una época del año tan maravillosa, llena de esperanza, frescura y promesa tanto en la naturaleza como en el espíritu humano.
Quizás ahora, unos días después del Domingo de Resurrección, hayan guardado hasta el año que viene las cestas de Pascua, hayan comido bastantes conejitos de chocolate o se los hayan dado a los niños, hayan comido todos los huevos con cáscaras de colores y muchos panes dulces.
Pero ¡espero que no hayan alejado de sus corazones hasta el año que viene el significado de la Pascua de Resurrección!
Porque aunque la Pascua de Resurrección es el día más Santo del año de la iglesia, puede y debe ser también una actitud, una manera de vivir, y un hábito diario.
Llamémoslo "tener un espíritu de Pascua de Resurrección".
El difunto Papa Juan Pablo II, lo expresó mejor en una visita a los Estados Unidos en el 1979: "Somos un pueblo de la Pascua de Resurrección y aleluya es nuestro canto".
Creo que lo que Juan Pablo quiso decir es que la Pascua — la celebración de la Resurrección de Cristo y su promesa de vida eterna para todos nosotros — debe ser la característica que defina a los cristianos, una perspectiva, una manera de ver la vida con valentía, optimismo y confianza y con un canto en nuestro corazones. San Pablo, escribe de manera similar, "Si Dios está con nosotros, ¿quién puede estar en contra nuestra?".
La Pascua de Resurrección significa saber que Cristo conquistó la muerte no solo por él, sino también por todos nosotros. La Pascua de Resurrección significa que nuestro Dios misericordioso nos perdona los pecados. La Pascua de Resurrección significa que el amor de Dios por sus hijos es fiel y perdurable.
¡Qué bendición es tener un Dios tan amante! ¡Qué bendición es tener un salvador en el Señor Resucitado, cuyo espíritu amante nos fortalece y nos guía cuando confrontamos los retos más fuertes.
En el primer día de la Resurrección, Jesús proclamó a aquellos que fueron testigo de su gloria resucitada: "No tengan miedo". Eso fue a la vez una consolación y una promesa entonces y ahora.
Tener un espíritu de Pascua de Resurrección significa que todos los días es una Pascua. Significa que podemos levantarnos todas las mañanas y hacer frente al día con confianza, optimismo y esperanza. Dios está con nosotros.
Significa que podemos confrontar los problemas que nos trae la vida, hasta la enfermedad y la muerte, con corazones valientes, fortalecidos por el conocimiento que el Señor nos trae consolación; que la Pascua de Resurrección nos trae la gloria de la eternidad, y como nos dicen las Escrituras "ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni las principalidades, ni las cosas del presente ni las cosas del futuro, ni los poderes, ni las alturas, ni las profundidades, ni ninguna otra criatura podrá separarnos de el amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor".
El invierno se termina. La temporada de Pascua de Resurrección de la Iglesia pasará en las próximas semanas a Pentecostés. A medida que llegue el verano esperaremos con ansias el calor y la luz del sol. Pero tratemos de no olvidar la Pascua de Resurrección como hacemos con el recuerdo de la nieve y el frío.
Tratemos de mantener el espíritu de la Pascua de Resurrección y dejemos saber al mundo lo que significa ser el "Pueblo de la Pascua de Resurrección". Cantemos "aleluya".
¡Paz para todos!