La fe nos guía hacia nuestro destino eterno

Queridos hermanos
y hermanas en Cristo:

El 1ro de noviembre, 2016, la Solemnidad de Todos los Santos, el prefacio de la Misa dice: "Porque hoy por su don celebramos el festival de su ciudad donde el grupo grande de nuestros hermanos y hermanas ya le da alabanza eterna. Hacia ella, nos apresuramos como peregrinos avanzando por la fe…" (Misal Romano, Tercera Edición).

En la Colecta de la tercera Misa el día siguiente, el Día de Todos los Difuntos, el celebrante reza: "… concede, oramos, a tus servidores fallecidos que, con la mortalidad de esta vida vencida, ellos te contemplen eternamente, su Creador y Redentor" (Misal Romano, Tercera Edición).

Está muy claro que tenemos un destino eterno. Nuestro Señor tiene la intención que, después de la terminación de nuestra vida terrena, nosotros "podamos merecer recibir el gozo de alegría eterna" (Colecta, Segunda Misa del Día de Todos los Difuntos, Misal Romano, Tercera Edición). El hecho de celebrar estas dos ocasiones litúrgicas, una tras la otra, no es un accidente. Estamos llamados a ser santos, porque un santo es alguien que vive para siempre con Dios. El Día de Todos los Santos nos recuerda que hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios y nosotros "esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero" (El Credo). En el Día de Todos los Difuntos oramos para que nuestros seres queridos difuntos "sean purificados por los misterios pascuales, [para] que puedan gloriarse en el don de la resurrección venidera". (Oración después de la Comunión, Segunda Misa del Día de Todos los Difuntos, Misal Romano, Tercera Edición).

Así es, que en esta vida como creyentes en Dios, en Su Hijo, Jesucristo, y en el Espíritu Santo, todo lo que hacemos ha de ser dirigido por nuestra fe. La fe, la vida cristiana y nuestra pertenencia en la Iglesia Católica no son accidentales a quienes somos. La fe no puede ser colocada en un compartimento a ser reconocida o vivida solamente cuando es conveniente o cuando consideramos que la religión es conveniente o apropiada para nuestro propio beneficio. La fe religiosa es una experiencia vivida continuamente que identifica quienes somos en nuestra relación con Dios y uno con el otro. Ella es el compromiso constante para amar a Dios y para amarnos unos a otros. La fe ha de ser tan esencial en nuestras vidas que damos la bienvenida a su impacto enriquecedor en nuestras actividades diarias; así, la fe no es meramente cultural, pero más bien sobrepasa cualquier cultura particular o período histórico ya que nos permite alcanzar más allá de nosotros mismos y participar en un diálogo cariñoso con el Creador y Salvador.

Invocando la intercesión de Todos los Santos, que siempre estaban conscientes del Señor, déjenos rezar que nuestros líderes – especialmente aquellos recientemente eligidos – siempre tengan en mente el bienestar de los que ellos sirven, venerar la dignidad y valor de cada persona y garanticen el derecho a "Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad" (Declaración de Independencia de los Estados Unidos, 4 de julio, 1776).

Asegurándoles de mis oraciones con un recuerdo especial de nuestros queridos hermanas y hermanos difuntos durante este mes de oración dedicado a Todos los Difuntos, quedo

Devotamente suyo en Cristo,

Reverendísimo

Salvatore R. Matano

Obispo de Rochester

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