Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Con la fe puesta a prueba, a veces confundidos y ansiosos, luchando para entender pero no obstante permaneciendo sus seguidores, María Magdalena, Pedro y Juan perseveraron para ver la oscuridad de Gólgota disipada por la luz de la resurrección gloriosa de Cristo. En el Evangelio proclamado el Domingo de Pascuas (Juan 20:1-9), el Evangelista escribe que cuando María Magdalena, Juan y Pedro llegaron a la tumba donde Jesús estaba enterrado después de su muerte en la cruz, la tumba estaba vacía. El cuerpo de Jesús no fue robado por sus enemigos o sus seguidores, más bien Jesús cumplió con y confirmó sus palabras: "Yo mismo doy mi vida y la volveré a tomar … tengo poder para darla y poder para recobrarla" (Juan 10:17-18).
Cuando Pedro, Juan y María Magdalena salieron de la tumba, ellos dejaron atrás las cicatrices del Calvario ahora transformadas en las heridas de nuestra salvación. En los días y años venideros, su fe crecería más fuerte, su fervor apostólico ilimitado y sus voces más claras en la proclamación del Evangelio. Su búsqueda por el sentido de la vida encontró su destino en el corazón de Cristo. Pero su misión apenas había terminado. Ahora los apóstoles y discípulos de Jesús tenían que empezar el trabajo de la evangelización para cumplir el mandato de Cristo: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28:18). Los discípulos de Jesucristo ayudarían a otros en su búsqueda para conocer a Dios.
En su discurso del 12 de septiembre, 2008 a los representantes del mundo de la cultura en el e Collège des Bernadins en Paris (www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2008/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20080912_parigi-cultura_en.html), el Papa Benedicto XVI recordó la meta fundamental de los monjes que una vez estaban reunidos aquí: "Su meta era: quaerere Deum (buscar a Dios). En medio de la confusión de los tiempos, en que nada parecía permanente, (los monjes) querían hacer lo esencial — hacer un esfuerzo para encontrar lo que era eternamente válido y duradero, la vida misma. Ellos estaban buscando a Dios".
Hasta el agnóstico que no profesa fe religiosa busca la verdad, y aun él o ella está curioso por saber si esta verdad reside en el Uno que llamamos Dios. "Esta gente no simplemente afirma: "No hay Dios". Ellos sufren por su ausencia y por dentro están haciendo su camino hacia él, ya que buscan la verdad y bondad". (Discurso del Papa Benedicto al Encuentro de la Paz en Asís en el 2011, www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2011/october/documents/hf_ben-xvi_spe_20111027_assisi_en.html).
Así es, que como tantos que fueron antes que nosotros, también nosotros buscamos a Dios. Como sus hijos e hijas, ¿cómo es posible que podamos evitar conocerle, amarle y — como María Magdalena, Pedro y Juan y todos los demás discípulos — seguirle? ¡Y en nuestra búsqueda, al acercarnos más a Cristo, nos damos cuenta de que hemos ganado y en nuestra entrega a Él no hemos perdido nada! En su homilía inaugural, el Papa Benedicto XVI muy hermosamente abordó este tema: "Si dejamos que Cristo entre de lleno en nuestras vidas, si nos abrimos totalmente a Él, ¿acaso no tendremos temor de que nos quite algo de nosotros? ¿Acaso no tendríamos temor de renunciar a algo significativo, algo único, algo que hace que la vida sea tan bella? ¿No nos arriesgamos por terminar empequeñecidos y privados de nuestra libertad? … ¡No! Si dejamos que Cristo entre en nuestras vidas, no perdemos nada, nada, absolutamente nada de lo que hace que la vida sea libre, bella y grandiosa". (www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2005/documents/hf_ben-xvi_hom_20050424_inizio-pontificato_en.html).
La gloriosa resurrección de Cristo nos invita al misterio de la Trinidad, un misterio que tocó la tierra al momento de la Encarnación. La resurrección representa, es la culminación de la inmersión de Dios hombre en la historia de la humanidad. Es un misterio que no se pondera en un momento, un día, un año o una década, sino más bien por toda la vida como los monjes en el Collège des Bernadins, cuya vida fue "quaerere Deum", "buscar a Dios". Una contemplación que encuentra su expresión en "Four Quartets: The Dry Salvages" de T.S. Eliot:
… Pero para comprender
El punto de intersección de lo intemporal
Con lo temporal, es una ocupación para el santo —
… Para la mayoría de nosotros, existe sólo el desatendido
Momento, el momento en nuestro tiempo,
… o la música escuchada tan profundamente
Que no se escucha del todo, pero uno es la música
Mientras la música perdure. Éstas son sólo sugerencias y conjeturas,
Sugerencias seguidas de conjeturas;
… La sugerencia media adivinada, el don medio entendido, es la Encarnación.
Por eso es que, entonces, el Señor nos ha dado a su esposa, la Iglesia, para que nos ayude en nuestra búsqueda de Dios. Ya a través de los sacramentos que él instituyó, somos capaces de tener una relación personal con el Señor, que culmina cuando recibimos la más sagrada Eucaristía.
Pedro, Juan y María Magdalena penetraron el misterio de Dios y se regocijaron en la resurrección de Cristo porque le conocían, le escuchaban y le reconocieron en la fracción del pan. Y sí, ellos llegaron a ver su cruz en Gólgota como una señal de contradicción, una señal de esperanza, el símbolo de la victoria que les dio la valentía para "caminar en la presencia del Señor, con la Cruz del Señor; edificar la Iglesia sobre la Sangre del Señor derramada en la Cruz; y profesar la única gloria: Cristo crucificado". (Homilía del Papa Francisco del 14 de marzo, 2013 www.vatican.va/holy_father/francesco/homilies/2013/documents/papa-francesco_20130314_omelia-cardinali_en.html). Él, que fue crucificado, nos redimió y, el Domingo de Pascuas de Resurrección, ¡abrió de golpe las puertas del cielo de modo que dónde él está, nosotros, también, podamos estar algún día!
Pero a medida que nos dirigimos a Él, a la celestial Jerusalén, la voz de Cristo continua hacienda eco en las palabras de la santa Escritura y vive entre nosotros en la más sagrada Eucaristía. La Iglesia es la beneficiaria de su manifestación y misión terrenal, ¡alentando a sus miembros para que se unan en el canto del Aleluya Pascual!
A medida que continuamos esforzándonos para conocer y amar al Señor más profundamente, pido que en esta Pascua de Resurrección roguemos por nuestros hermanos y hermanas que luchan y cuya búsqueda es a veces dolorosa, ansiosa e inclusive solitaria. Roguemos para que busquen consuelo y alivio en la santa Iglesia, esposa de Cristo, la comunidad de fe, ¡de modo que ya no viajen solos y un día posean el gozo de paz que cause que se unan al coro de aleluya!
Deseándoles una gozosa Pascua de Resurrección y pidiendo al Señor resucitado que les bendiga, quedo, invocando la intercesión de nuestra Madre María y nuestro patrón, St. John Fisher,
Devotamente suyo en Cristo,
+ Reverendísimo
Salvatore R. Matano
Obispo de Rochester