Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo:
En las próximas semanas celebraré eventos con los jóvenes de nuestra diócesis. Estos eventos son siempre impresionantes y una fuente de esperanza renovada ahora y en el futuro. Al escribir este mensaje para ustedes me estoy preparando para concelebrar misas en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington, D.C., junto con la Marcha por la Vida, el 26-27 de enero, 2017, donde miles de jóvenes, nuestros jóvenes diocesanos entre ellos, alzarán sus voces en oración invocando la asistencia del Señor en la proclamación de la santidad de toda vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. Con júbilo y entusiasmo, y con la vitalidad de la juventud, nuestros jóvenes entienden y aprecian el derecho a la vida.
A principios de enero honramos a nuestras escuelas católicas y a los dedicados padres, párrocos, directores, facultades y personal que laboran arduamente para proporcionar una educación católica para nuestros niños y jóvenes adultos. Su presencia en las misas celebradas durante la Semana de Escuelas Católicas afirma la centralidad de Jesucristo en el desarrollo humano, personal y espiritual de cada persona ya que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Qué alegría siempre es hablar a estos jóvenes acerca del preciado don de la fe.
Durante este mes nuestros Escuchas en nuestros programas de Escutismo Católico recibieron emblemas religiosos. En la ceremonia les recordé la Ley de Escutismo, principalmente que el Escucha es: digno de confianza, leal, servicial, amable, cortés, amable, obediente, alegre, ahorrativo, valiente, limpio y reverente – todas éstas virtudes coherentes con el estilo de vida cristiano. Una vez más, cuán impresionante es ver a nuestros jóvenes tomar decisiones que refuerzan su unión con el Señor. Y los comprometidos directores y maestros de formación en la fe en nuestros programas de educación religiosa son animados por los jóvenes que buscan conocer a Jesús.
Nuestros jóvenes están muy dispuestos a ayudar a otros. El 7, 8 y 9 de febrero, el Premio Manos de Cristo fue otorgado (en la Iglesia San Juan Evangelista, Greece; Iglesia San Juan de Rochester, Fairport y la Iglesia Santa María Madre Nuestra, Horseheads, respectivamente) a varios cientos de estudiantes de cuarto año de escuela secundaria que han sido "Manos de Cristo" en sus parroquias, en sus familias y vecindarios, escuelas y comunidades, para sus compañeros, los necesitados y los que necesitan el apoyo de Jesús.
Cada beneficiario de este reconocimiento muy merecido:
* "Ha demostrado con regularidad una actitud cristiana por palabra y ejemplo.
* Ha participado activamente en la parroquia así como en su comunidad escolar.
* Ha sido un modelo positivo para sus compañeros, niños más jóvenes y adultos.
* Es un católico romano practicante en una parroquia en la Diócesis de Rochester y asiste a Misa.
* Actualmente es estudiante de cuarto año de escuela secundaria". (fuente: Ministerio de Jóvenes y Jóvenes Adultos, Oficina de Evangelización y Catequesis de la Diócesis de Rochester).
Estas mujeres y hombres jóvenes son ejemplos excelentes para la comunidad adulta, así como para sus compañeros, de lo que significa vivir el Evangelio y ser discípulo del Señor. Estos jóvenes, si Dios quiere, estarán entre nuestros futuros líderes en la iglesia y la sociedad. Ruego para que de entre este grupo impresionante, los hombres jóvenes disciernan una vocación hacia el sacerdocio y las mujeres jóvenes a la vida religiosa. La generosidad, caridad, conciencia social y profunda fe de estas hermanas y hermanos jóvenes son verdadera fuente de aliento para todos nosotros.
Con qué frecuencia escuchamos quejas acerca de los jóvenes y sin embargo muchos de ellos hacen lo mejor posible para seguir una vida virtuosa en un mundo que con demasiada frecuencia no les da ejemplos positivos. Estos jóvenes están inmersos en un mundo malamente marcado por el odio, división, violencia y corrupción. Sin embargo, ellos defienden la dignidad de la vida humana, sirven a esta vida y trabajan para proteger esta vida. Por ejemplo, la Escuela Secundaria Jesuita McQuaid fue sede del "Break for Life" anual que apoya a los estudiantes por toda la diócesis en sus esfuerzos para entender y abrazar el don de Dios de vida. Una vez más, fue mi privilegio ofrecer la misa de clausura de este día el 11 de febrero, 2017.
El Papa Francisco, en su discurso en la Vigilia de Oración de la Jornada Mundial de la Juventud el pasado julio 2016 en Kraków, Polonia, dijo a los jóvenes reunidos en un gran número:
Hoy Jesús, que es el camino, la verdad y la vida, te está llamando para que dejes tu marca en la historia. Él, que es vida, pide a cada uno de ustedes a dejar una marca que trae vida a tu propia historia y la de muchos otros. Él, que es la verdad, te pide que abandones los senderos de rechazo, división y el vacío. ¿Estás dispuesto a esto? ¿Qué respuesta darás con tus manos y tus pies al Señor, que es el camino, la verdad y la vida? (Catholic Herald, 30 de julio, 2016).
Ruego para que nuestros jóvenes den una respuesta positiva.
Por toda la historia de nuestra iglesia, a los jóvenes se les ha reconocido por su virtud heróica y han sido declarados benditos o santos de la iglesia. El Beato Pier Giorgio Frassati murió a la edad de 24 años el 4 de julio, 1925, habiendo contraído poliomielitis. Pier Giorgio, un joven atleta, tenía muchos amigos, muchos de los cuales eran pobres y Pier Giorgio los asistía. Sólo en su funeral sus padres se dieron cuenta de tantos dolientes desconocidos para ellos pero conocidos para su propio hijo que los ayudó porque Pier Giorgio vio en ellos el rostro de Cristo.
Como un novicio joven en la Sociedad de Jesús, San Stanislaus Kostka fue reconocido por sus superiores religiosos como un religioso modelo llamado por el Señor para sí mismo el 15 de agosto, 1568, cuando Stanislaus tenía 17 años de edad, víctima de una enfermedad grave exacerbada por fiebres altas. Unido al Señor por toda la eternidad, ahora contempla al Señor a quien tan fervientemente adoraba en el sacramento de la sagrada Eucaristía.
Siendo hija de un rey, Santa Elizabeth de Hungría evitó la vida de nobleza y realeza, escogiendo vivir una vida simple dedicada a cuidar de los pobres. Su amado esposo de seis años, Louis de Thuringia, murió en las Cruzadas. Elizabeth, aunque profundamente entristecida, continúo cuidando amorosamente a sus hijos y extendió este cuidado amoroso ayudando a los pobres y construyendo un hospital donde ella misma cuidaba a los pacientes. Ella retornó al Señor el 17 de noviembre, 1231, cuando todavía no tenía 24 años de edad.
Amada por muchos es Santa Thérèse de Lisieux (la Pequeña Flor), quien a la edad de 15 años ingresó a la comunidad de las Carmelitas Descalzas en Lisieux, Francia. Conocida por la profundidad de su espiritualidad, que la unía profundamente a su esposo, Jesucristo, ella pudo ayudar a otros a conocer al Señor y "fue un modelo altamente influyente de santidad para los católicos en la primera mitad del Siglo XX debido a la simplicidad y practicidad de su enfoque a la vida espiritual" (Richard P. McBrien, The Pocket Guide to the Saints, p. 399). Su memoria espiritual, La historia de un alma, es bien conocida para muchos. El 19 de octubre, 1997, San Juan Pablo II la declaró un Doctor de la Iglesia. Santa Thérèse tenía solamente 24 años de edad cuando murió el 30 de septiembre, 1897.
Estos son sólo algunos de los jóvenes que han sido declarados benditos o santos a una joven edad. Nuestros jóvenes son capaces de logros extraordinarios. Lo que ellos necesitan es nuestro estímulo y, sobre todo, nuestras oraciones y buen ejemplo: la práctica de nuestra fe y el ejemplo de nuestras vidas vividas en unión con Jesucristo. La familia, la "Iglesia doméstica", es el primer lugar donde la fe de un niño es nutrida. En su carta encíclica Lumen Fidei (La luz de la fe), el Papa Francisco escribió:
"En la familia, la fe acompaña cada edad de la vida, empezando en la niñez: los niños aprenden a confiar en el amor de sus padres. Por eso es muy importante que en el seno de sus familias los padres estimulen las expresiones compartidas de fe que pueden ayudar a los niños a madurar gradualmente en su propia fe. Los jóvenes en particular, que están pasando por un período muy complejo en sus vidas, rico e importante para su fe, deben sentir la cercanía y apoyo constante de sus familias y la Iglesia en su jornada de fe" (Número 53).
En este recién iniciado año 2017, ruego para que nuestros jóvenes crezcan en sabiduría, conocimiento y fe, una fe que encuentra su corazón en la celebración de la muy sagrada Eucaristía, el santo sacrificio de la Misa.
Invocando la intercesión de la Sagrada Familia y estos santos jóvenes ahora con el Señor, quedo
Devotamente suyo en Cristo,
El Reverendísimo Salvatore R. Matano
Obispo de Rochester