Pascuas de Resurrección 2016
Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo:
¿Ha tenido alguna vez la experiencia de explicar una situación o acontecimiento, o una experiencia particularmente difícil a otros, que por alguna razón, simplemente no entienden? Pues bien incluso Jesús tuvo esa misma dificultad con sus propios discípulos. En el Capítulo 9 del Evangelio de San Marcos, leemos que Jesús estaba "enseñando a sus discípulos y les decía ‘El Hijo del Hombre será entregado a los hombres y le matarán, y a los tres días de muerto el Hijo del Hombre resucitará’. Pero ellos no entendían lo que les decía" (Marcos 9:31-32). Jesús estaba instruyendo a sus discípulos acerca de su propia pasión, muerte y resurrección, el extraordinario acontecimiento salvífico, pero ellos no entendían. ¡Debió ser más desconcertante para Jesús cuando más tarde vio a sus discípulos discutiendo sobre quién era el primero y más grande entre ellos! (cf. Marcos 9:33-35).
La tentación de pensar en nosotros primero y en Jesús más tarde ha sido un reto constante para la humanidad. La iglesia, fundada por Cristo pero confiada al cuidado de seres humanos, ha tenido momentos de gloria, momentos de tristeza, momentos de grandes logros y momentos de derrota; en suma la iglesia ha experimentado el Viernes Santo y la Pascua de Resurrección. Lo que mantiene a la iglesia vibrante por siempre a pesar de la fragilidad humana, es su piedra angular, Jesucristo, y ella respira la vida del Espíritu Santo. Las dificultades ocurren cuando, al igual que esos primeros discípulos, ¡nosotros no comprendemos el gran acontecimiento salvífico y perdemos de vista a Jesús! Sin embargo, recordemos que esos primeros discípulos crecieron fuertes en su fe, incluso hasta el punto del martirio. Si alguna vez perdemos de vista a Jesús, que estos testigos valientes del Cristianismo nos inspiren para imitar esa misma fe fuerte.
La temporada de Cuaresma nos ha preparado para esta gran fiesta de la Pascua de Resurrección, ¡la fiesta de la Resurrección de Cristo! Esperamos que entendamos y apreciemos este gran momento de salvación y unimos nuestras voces a esas de la Iglesia antigua:
"¡Cristianos, a la Victima Pascal
Ofrezcan sus alabanzas de agradecimiento!
Un Cordero la oveja redime;
Cristo, que solo es sin pecado,
Reconcilia a pecadores al Padre.
Muerte y vida han sostenido ese formidable combate:
El Príncipe de vida, que murió, reina inmortal." (Misa del Día de Pascua de Resurrección, Secuencia, alabanzas a la victima pascal).
Al mismo tiempo, debemos estar conscientes de que muchas hermanas y hermanos no conocen el júbilo y paz de esta temporada de Pascua de Resurrección ya que sufren persecución y opresión en países desgarrados por la guerra y violencia. Muchos cristianos han perdido sus vidas por la profesión de su fe en Jesucristo. Personas inocentes han perdido todo, incluso sus vidas, como víctimas de violencia, odio y guerra. Y en nuestras propias comunidades, nuestra nación, la violencia estalla diariamente, y el mensaje de la Pascua de Resurrección, "La paz sea con ustedes", ya no se escucha.
¿Debemos entonces entregarnos a la desesperanza? Ruego que no; éste no es el tejido de fe. Más bien, "imploremos a las Alturas el don del compromiso con la causa de la paz. Paz en nuestros hogares, nuestras familias, nuestras escuelas y nuestras comunidades. Paz en todos esos lugares donde parece que la guerra nunca termina. Paz por esos rostros que no conocen otra cosa sino el dolor. Paz por todo este mundo que Dios nos ha dado como hogar de todos para todos. Simplemente paz." (Papa Francisco, Reunión Interreligiosa, Ground Zero Memorial [Monumento en el Punto Cero], Nueva York, 25 de septiembre, 2015).
Estuve presente en la ceremonia en el Ground Zero Memorial para escuchar las palabras del Papa Francisco. Aunque fue una ceremonia sombría, también hubo un sentido profundo de que nunca debemos abandonar nuestra búsqueda para conocer y amar a Dios y amarnos unos a otros. Este sentimiento compartido por los pueblos de todos los credos llenó este lugar de esperanza, que pudo haber sido un lugar donde toda la esperanza fue destruida. Pero una vez más, de las cenizas y la muerte, nació nueva esperanza. Este es el mensaje de la Pascua de Resurrección: "En medio del dolor y la pena, también tenemos una sensación palpable de la bondad heroica de la cual la gente es capaz, esas reservas ocultas de fortaleza de las cuales podemos extraer" (Ibídem). De nuevo, si no podemos comprender el intenso deseo de Jesús de ser parte de nuestras vidas, de unir Su corazón con nuestro corazón, Su Espíritu Santo con nuestro espíritu, de abrazarnos con Su amor, nos negamos la posibilidad de vivir con la dignidad de los hijos e hijas de Dios.
Encontramos esta Fortaleza en la Sagrada Eucaristía, en unión con la verdadera persona de Jesucristo. Oro para que el Señor Resucitado otorgue a ustedes y sus familias Su júbilo y Su paz. Que siempre encuentren Consuelo sabiendo que Jesús vive entre nosotros y comparte Su misma persona con nosotros, ¡especialmente en el sacramento de la Sagrada Eucaristía! El poder de Cristo acompaña todas nuestras actividades humanas y trae la paz de la Resurrección a la humanidad frágil cuando experimentamos nuestras cruces, temores y ansiedades diarias. Por esto, nosotros también clamamos: ¡Aleluya!
Asegurándoles de mis oraciones durante esta santa temporada de Pascua de Resurrección, quedo
Devotamente suyo en Cristo,
Reverendísimo Salvatore R. Matano
Obispo de Rochester