Aunque siempre trato de agradecer las bendiciones que Dios me ha dado, me parece que las reviso más en este mes debido a la fiesta de Acción de Gracias.
Algo acerca de esta bella tradición y todo lo que significa — reunión de toda la familia que viene de cerca y de lejos, la abundancia de la temporada, los recuerdos de fiestas pasadas y de los seres queridos que nos han dejado, la explosión de energía de los niños de la familia — evocan en mí un sentimiento de lo afortunado que he sido, y que sigo siendo, y de cuánto me ama Dios. Rezo para que ustedes puedan decir lo mismo.
En el espíritu de la fiesta, me pregunto si ustedes quisieran unirse a mí este mes, dedicando parte de su tiempo y oración a preguntarse algunas (o todas) de las siguientes preguntas que tienen por objeto hacernos pensar más en dar gracias a Dios por su gran generosidad.
- ¿Aprecio verdaderamente las bendiciones que Dios me ha dado?
- ¿Cómo le doy las gracias a Dios y a los demás por los dones que me han dado?
- ¿Cuáles son esas bendiciones? Y ¿quiénes representan para mí una bendición?
- ¿Les digo a menudo a las personas más importantes para mí que son importantes en mi vida?
- ¿Deseo más cosas, o gozo las bendiciones que ya tengo?
- ¿Uso todos los dones que Dios me ha dado para ayudar a los que son menos afortunados que yo, no solamente a los que necesitan cosas materiales, sino a los que tienen algún problema, a los que están solos, deprimidos, y necesitan mi amor y apoyo?
- Si Dios me preguntara un día:"¿Qué hiciste exactamente con todo lo que te di?", ¿cómo le respondería? ¿Qué tengo que hacer en el tiempo que me queda para asegurar que mi respuesta agrade a Dios?
Creo que estas son preguntas muy importantes para los creyentes.
Son importantes porque todos estamos llamados por Dios a ser buenos administradores de Su Reino; a usar los dones que recibimos en servicio de nuestro Creador, de nuestras hermanas y hermanos en Cristo; y para que continuemos la obra amorosa y compasiva de Dios
Yo sé que a menudo cuando usamos la palabra "administrador" o cuando hablamos de administrar, algunas personas piensan que solo estamos hablando de dinero. Sin embargo, aunque todos nosotros somos responsables de usar bien el tesoro financiero que Dios nos ha dado — incluyendo usarlo con integridad y para ayudar a otros — la riqueza material es solo una de las bendiciones por las cuales debemos dar cuenta a Dios.
Hay otras. Por ejemplo, en esta era de los "abrumados", cuando todo parece pasarnos de lado a la velocidad del relámpago, y muchos de nosotros estamos demasiado ocupados, el tiempo a veces es más precioso que el oro.
¿Quién en nuestras vidas necesita nuestro tiempo ahora? ¡Qué glorioso regalo puede resultar nuestro tiempo cuando estamos dispuestos a dedicarle algún tiempo a alguien que pudiera usar algo o mucho del mismo!
Y ¿qué decir de las cosas que hacemos bien con nuestras manos o con nuestras mentes? ¿Qué talentos podemos compartir para hacer de nuestro pequeño rincón del mundo un lugar mejor? Ese "rincón" incluye a nuestras parroquias, sí, pero también a nuestros vecinos o parientes ancianos, a un compañero de trabajo que está luchando con un proyecto, a un club o a una organización sin fines lucrativos que no puede pagar los servicios de un contador, de un redactor, de un plomero, de un albañil, de un asesor legal, de un tutor o de alguien por el estilo. ¿Qué decir de los niños que pudieran usar un poco de nuestra experiencia y de las cosas que hemos aprendido en nuestra vida para ayudarlos en su camino? ¿No son la experiencia y la sabiduría que hemos adquirido al correr de la vida dones para compartir también?
Sí, las preguntas anteriores son difíciles de contestar. Pero mientras más nos las hagamos más oportunidades podremos ver para cambiar las cosas que necesitan ser cambiadas. Al hacer eso, pagamos en parte la deuda de gratitud que tenemos con Dios. Si somos verdaderamente honestos con nosotros mismo, ¿no conocemos ya en nuestros corazones las respuestas correctas? Lo difícil es hacer lo que sabemos que está bien hecho ante Dios.
Sigamos tratando. En esta época en que como nación y como personas de fe celebramos esta fiesta tan especial, tratemos de agradar a Dios y de darle las gracias.
Paz para todos y ¡Feliz día de Acción de Gracias!