A medida que entramos en la santa temporada de Cuaresma el Miércoles de Ceniza, 22 de febrero, pienso especialmente en el mandato de Cristo de ayudar a los pobres. Como saben, dar limosnas, junto con ayunar y rezar son los requerimientos de nuestra disciplina de Cuaresma y en los últimos años nunca ha sido tan urgente como ahora ayudar como cristianos a nuestras hermanas y hermanos necesitados.
El declive económico de los años recientes ha agravado dramáticamente esta situación en la nación y en la Diócesis de Rochester. La pobreza y el número de personas al borde del precipicio hacia la pobreza, están subiendo. El desempleo y el subempleo están afectando a personas de todas las clases económicas, especialmente a aquellas cuyos recursos eran ya pocos. El trabajo escasea. Las agencias de Caridades Católicas y los programas de las parroquias reportan un aumento dramático en las solicitudes de ayuda.
Para resolver la situación, Tim Dolan que será pronto el Cardenal de la archidiócesis de Nueva York, en su papel de presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, recientemente les pidió a sus hermanos obispos que dieran a conocer este urgente problema.
"Se ha reportado que 46 millones de personas (15% de la población) viven en la pobreza en los Estados Unidos", escribió el Arzobispo Dolan. "Para nosotros como obispos, estos números no son estadísticas, sino personas que sufren y han sido heridos en su dignidad humana. Hay padres que no pueden alimentar a sus hijos, familias que han perdido sus casas y trabajadores sin empleo que no solo han perdido sus entradas, sino el sentido de su puesto en la sociedad. Para nosotros, cada una de estas personas es un hijo de Dios con una dignidad humana innata y derechos que merecen respeto. Estos números nos hacen presentes el costo humano y las consecuencias morales de una economía en declive que no puede utilizar completamente los talentos, energía y trabajo de todas nuestras gentes. Sabemos el efecto terrible que los problemas económicos actuales están teniendo en las familias y comunidades. En nuestras diócesis católicas estamos luchando para emparejar los escasos recursos con las crecientes necesidades y hemos tenido que tomar decisiones difíciles desde el punto de vista personal, financiero y organizacional.
Este problema es una gran preocupación para mí y para otros líderes pastorales de la Diócesis.
Por ejemplo, los problemas de pobreza, desempleo y la disparidad económica en la nación han sido una preocupación por largo tiempo para el Comité Diocesano de Normas Públicas. Este año uno de los temas de educación del comité es: "El Bien Común: Somos uno en el Cuerpo de Cristo".
"A medida que la desigualdad económica crece, la calidad de vida de todos, incluyendo de los ricos, recibe un impacto negativo", declaró el comité. "La difícil situación de los pobres es peor en sociedades con desigualdades económicas extremas. El Evangelio y la Enseñanza Social Católica nos recuerdan que somos responsables de crear un mundo más justo. ¿Reflejan nuestras decisiones nuestra naturaleza y nuestra unión en Cristo? Invitamos a los católicos a reflexionar sobre este tema y a estudiar cómo podemos actuar de manera que se fortalezca el bien común.
En los mítines recientes del Consejo Presbiteral, el cuerpo de sacerdotes que me aconseja y que representa las preocupaciones de todas las regiones de la Diócesis de Rochester hemos tenido muchas discusiones sobre cómo informar a la gente sobre los problemas económicos y el hambre y la pobreza a nuestro alrededor. Estamos desarrollando pasos de acción para la consideración de los líderes pastorales.
Una multitud de programas basados en las parroquias, muchos de los cuales cruzan límites parroquiales e involucran a múltiples parroquias y la cooperación ecuménica, proveen ayuda directa para los necesitados por medios de almuerzos calientes y programas de comidas, también con alacenas de emergencia y distribución de ropa como con ayuda financiera para pagar los gastos de electricidad, reparaciones inesperadas, el transporte, alojamiento de emergencia, ayuda con programas gubernamentales y muchos otros. Si desean leer detalles más específicos visiten nuestro sitio web, www.dor.org. y presionen en "Social Ministry".
La ayuda de ustedes, financiera y como voluntarios, es crucial para el éxito de estos ministerios; llamen a su parroquia particular o a la oficina central de Caridades Católicas al 585-328-3228, ext. 1323.
Aunque debemos buscar oportunidades para ayudar a los pobres durante todo el año, como Jesús nos enseñó de manera enfática, la Cuaresma nos da una oportunidad espacial para hacerlo. Los aliento a que ayuden siempre que puedan.
"En estos tiempos económicos tan difíciles, recurrimos a Dios que nos ama", nos recuerda el Arzobispo Dolan. "Rezamos por todos los que necesitan trabajo. Rezamos por los pobres y por los que sufren. Le pedimos a Dios que guíe a nuestra nación. Este no es un momento para descorazonarnos. Es un momento para tener fe, esperanza y amor. La fe nos ofrece principios morales que nos guíen en el futuro. La esperanza cristiana nos da fortaleza. El amor de Cristo nos llama a cuidar a los que han sido dejados atrás en esta economía en declive".
Paz para todos.