Por Junno Arocho Esteves
Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Cuando le llegaron las noticias de su nombramiento como obispo de Ponce, Puerto Rico, el obispo Rubén González Medina de Caguas describió su reacción con una sola palabra: "choque".
"Cuando el delegado apostólico me dijo que el papa Francisco me había escogido, le pregunte: ‘¿Por qué’", dijo el obispo González Medina a Catholic News Service por vía telefónica. "Él me dijo: ‘El papa quiere un misionero allí’".
Su nombramiento, junto con la renuncia del obispo Félix Lázaro Martínez de Ponce, de 79 años de edad, fueron anunciados por el Vaticano el 22 de diciembre.
A pesar de su sorpresa, el obispo González Medina, claretiano, dijo que sabía que "si la misión llama tienes que comenzar a moverte".
El obispo puertorriqueño dijo a CNS que su nuevo nombramiento le ofrece una oportunidad de seguir el llamado del papa Francisco a una iglesia misionera que salga a las periferias y acompañe, le sirva y aprenda de la gente.
"Voy con mucha esperanza, con mucha alegría", él dijo. "Desde esta perspectiva estoy entusiasmado y animado al aceptar una misión que me lleva a las periferias existenciales".
Nacido el 9 de febrero de 1949 en Santurce, Puerto Rico, Rubén Antonio González Medina entró al noviciado de los Hijos Misioneros del Inmaculado Corazón de María. Él estudió en España y Costa Rica antes de ser ordenado en Puerto Rico en 1975.
Después de servir en parroquias en Puerto Rico y República Dominicana, él fue nombrado obispo de Caguas el 12 de diciembre de 2000.
El obispo González Medina dijo que su misión como el recién nombrado obispo de Ponce es devolverle la esperanza a la gente de su diócesis, muchos de los cuales sufren debido a las luchas económicas que enfrenta la isla.
"El hecho de que haya una gran migración hacia Estados Unidos, especialmente por jóvenes, significa que estamos perdiendo el elemento juvenil" en la isla, él dijo a CNS. Para poder fomentar la esperanza, él dijo, el valor de la persona humana, no solamente de la economía, tiene que estar en el primer plano.
"Necesitamos un diálogo con cultura, una experiencia de construir puentes, una experiencia de hacer espacio de modo que la gente pueda sentir que esta puerta de misericordia que el papa recientemente abrió pueda abrir camino para mucha gente que, por cual sea la razón, ha abandonado la experiencia del Evangelio", él dijo.
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