ROCHESTER — Dos familias. Dos hijos. Un lazo de unión.
Este año, el 42º Festival Anual Puertorriqueño tendrá un lugar especial en el corazón de la familia del Sargento de los Marinos de los EE.UU. Javier Ortiz-Rivera y otros soldados latinos que han muerto serán honrados durante la carrera del festival que tendrá lugar el 6 de agosto. Ortiz-Rivera corrió durante la carrera inaugural el año pasado.
Orlando Ortiz, su hermano y presidente de la junta del festival, recuerda esa carrera con afecto. Ellos empezaron en el mismo punto, pero Ortiz-Rivera se adelantó y terminó antes que Ortiz, dijo este con una sonrisa durante una entrevista el 15 de junio.
Pero entonces, Ortiz-Rivera retrocedió para empatarse con Ortiz y ambos llegaron al final juntos. La madre de ambos, Gloria Rivera, llora cuando recuerda la imagen de los dos corriendo uno al lado del otro.
"Fue bonito", dijo ella con lágrimas en los ojos.
Ortiz-Rivera murió en noviembre pasado en Afganistán, Tenía 26 años. Mientras su familia lucha para seguir adelante, la familia del soldado de primera clase del Ejército de los EE.UU. Teodoro "Tito" Torres Jr. recuerda el dolor que siguen sufriendo debido a su muerte en Irak hace 5 años. Tenía 29 años.
"Yo no creo que el tiempo cura el dolor", dijo su hermana, Melissa Torres. "El dolor nunca desaparecerá".
Pero este año, el servicio de oración anual que celebra su familia el día de su muerte tuvo un sabor diferente, fue una celebración de su vida, en vez de un duelo por su muerte.
"Fue un día mejor, y nos permitió sentir un consuelo".
Torres se sintió complacida al oir que la Carrera de 5 Kilómetros y Caminata para la Buena Salud en honor del Sargento Javier Ortiz sería dedicada a los soldados latinos, hombres y mujeres, que han muerto. En tanto que especialista de intervención en la Escuela Núm. 33 John James Audubon, Torres trata de enseñar a sus estudiantes sobre el trabajo que están haciendo los soldados en el Medio Oriente.
"Los muchachos no se dan cuentan que todavía estamos en guerra", dijo Torres, que estaba planeando restablecerse en la Florida el mes pasado. "Los adultos tampoco se dan cuenta. Hay soldados americanos que mueren todos los días por nuestra libertad. La gente no piensa en eso".
No hay mejor causa que reconocer ese sacrificio, dijo Al Burgos, que está coordinando la carrera con Dan Antonetty. EL explicó que los organizadores de la carrera desean promover una causa importante y aumentar la participación en la carrera. Cuando la tragedia asoló a la familia Ortiz, los organizadores les hablaron sobre cambiar el nombre de la carrera y la familia aceptó, añadió él.
El fruto de la carrera de este año será donado a el Centro de Alcance de Veteranos.
"Tenemos la intención de convertir esta carrera en un gran éxito y en una nueva tradición en nuestra comunidad", dijo Burgos.
El servicio militar se está volviendo una tradición en muchas familias latinas. De 1992 al 2001, mientras que las fuerzas militares bajaron por 23 %, el número de hispanos que entraron en las fuerzas armadas subió un 30 %, según un informe del Centro Pew Hispano (http://pewhispanic.org/files/reports/17.pdf).
Ortiz-Rivera y Torres escogieron carreras militares para mejorar sus vidas. Ortiz-Rivera le presentó a sus padres los retos usuales de rebeldía de adolescentes, dijo su madre, pero el sintió que los Marinos lo ayudarían a seguir por el camino recto y a conseguir una buena carrera. Y su familia piensa que así fue.
"Él si que creció en los Marinos", añadió Rivera.
Torres quería volver a la universidad y sabía que el servicio en el Ejército lo ayudaría a pagar su educación. A pesar del sacrificio que hicieron de sus vidas, ambos estaban satisfechos con su decisión, dijeron miembros de sus familias.
"Le gustaba la idea de ser un soldado", dijo Torres de su hermano. "Era lo que estaba destinado a hacer y el lo sabía".
Y esas decisiones, difíciles de aceptar para las familias, fueron apoyadas por amor a los dos hombres. La madre de Torres quería unirse a un grupo de protesta, pero él la persuadió a que no lo hiciera, explicó su hermana.
Rivera, llevando una camiseta blanca ornada con la bandera americana, sufrió sabiendo a su hijo en la guerra, Ortiz-Rivera solo tenía 17 años cuando entró en las fuerzas armadas.
"Desde el principio fue difícil", dijo ella. "Siempre lo lloraba por estar tan lejos y estaba por allá. Pero lo apoyamos siempre aunque no estábamos de acuerdo".
Rivera dijo que ella tenía fe en que Dios estaba con él, y ella está segura que Dios estuvo con él hasta el fin de su vida. A medida que maduraba, Ortiz Rivera también creció en la fe, y mantenía su Biblia y un rosario consigo todo el tiempo, dijo su madre.
"Tenía mucha confianza en el Señor. Si algo le pasaba, se iba a ir con el Señor".
Rivera dijo que ella se sentía a la vez humilde y orgullosa por todas las dedicaciones y honores que le habían hecho a su hijo desde su muerte.
"Era un muchacho que se llevaba con todo el mundo", dijo ella. "Todo el mundo lo conoce".
Su hermano se graduó de Monroe Community College con un grado en Historia, que Torres dice que él conocía como la palma de su mano, entonces se mudó a Las Vegas. A penas había estado allí un año que el Ejército lo mandó a Irak. Tenía 21 años.
Sus padres estaban preparando su fiesta de bienvenida, cuando dos soldados aparecieron en la entrada del garaje de la casa para dar la noticia de la muerte de su hermano en mayo del 2006, explicó Torres. Ella y su madre habían ido a un parque local y su madre dijo que algo le había dado mal espina ese día, añadió Torres.
Cuando se montaron en el auto para volver a la casa un pajarito se posó encima del carro y las miró a las dos, dijo ella. Es una imagen de la que no se puede olvidar, dijo Torres llorando.
Aunque recibieron el apoyo de la familia y de la comunidad inicialmente, Torres dijo que la familia ha confrontado retos tratando de honrar la memoria de su hermano. Ella dijo que la había complacido oir de la carrera del festival y que estaba trabajando con los organizadores para que la familia tuviera un papel en la misma.
"Cada vez que muere un soldado, revivimos nuestra tragedia", añadió Torres.
Ortiz dijo que cuando dos marinos llegaron a la puerta de la casa de su familia con la noticia de la muerte de su hermano, le pareció que era la escena de una película.
"Es muy difícil cuando es a uno (que le dan una noticia de ese tipo)", añadió él.
Ortiz dijo que él es el tipo de persona que pone sus emociones de lado para lidiar con lo que haya que hacer. Por eso el vooló inmediatamente a Carolina del Norte para estar con su cuñada y sus tres sobrinos. Ellos llevaban solo un año de casados pero habían estado juntos cinco, dijo Rivera.
Ortiz fue entonces, a Dover, Del. para recibir el cuerpo de su hermano.
"Fue una experiencia que quisiera no haber tenido que pasar nunca, pero estoy contento de haber ido", dijo él. "Me acuerdo de todo".
Rivera dijo que ella quisiera poder darles el pésame a otras familias que han sufrido una pérdida similar, pero todavía no tiene las fuerzas para hacerlo.
"Los últimos meses han sido difíciles", añadió Rivera. "Pero el apoyo y las oraciones y homenajes nos han ayudado mucho a superar un poco día a día"
Pero ella se acuerda de los otros soldados y sus familias en sus oraciones. Torres dijo que sus padres, Carmen y Teodoro Sr. todavía no pueden ir a los funerales de otros militares, añadiendo que ella fue al de Ortiz-Rivera representando a su familia.
Ella dijo que sus padres visitan a diario la tumba de su hermano en el cementerio Santo Sepulcro, comentando que era el único hijo de seis hermanos
"Hay muchos que han perdido la vida después de él", dijo Rivera. "A mí me duele ver la noticia de que le pasó a otro lo mismo. Es bien difícil. Es como ver otra vez lo que pasó".
Pero el apoyo de la comunidad y de su iglesia han ayudado a la familia a mantener su ánimo. Rivera está especialmente orgullosa de su hijo menor por todo lo que ha hecho para ayudar a la familia.
"Se encargó de todo", dijo Rivera. "No lo podíamos hacer. No estábamos preparados ni capacitados. Solo Dios sabe".
Su hija Glory, también ha sido una bendición, dijo ella. El mes pasado, Glory fue a Carolina del Norte para ayudar a su cuñada y a sus tres hijos mientras tratan de seguir adelante y de mantener viva la memoria de Ortiz-Rivera para los niños.
Glory también le causó un momento de celebración a la familia cuando se graduó recientemente de SUNY Binghamton.
"A pesar de todo lo que ha pasado, Dios nos ha bendecido con momentos de familia donde hemos estado alegres", dijo Rivera.
NOTA DE LA REDACCIÓN: Para inscribirse o para obtener más informaciones sobre la Carrera de 5 kilómetros en honor del Sargento Javier Ortiz-Rivera al 585-266-2680, o visitar http://pfestival.com.