Por David Sedeño
Catholic News Service
DALLAS (CNS) — Líderes religiosos y cívicos hicieron un llamado a la paz después que cinco agentes de policía fueron asesinados el 7 de julio cuando un francotirador abrió fuego en el centro de Dallas.
"Hemos sido arrasados por el creciente ciclo de violencia que ahora nos ha tocado íntimamente como lo ha hecho a otros en todo el país y el mundo", dijo el obispo Kevin J. Farrell de Dallas, quien durante los pasados meses ha escrito en su blog sobre la creciente violencia de armas en todo el país y el mundo. "Todas las vidas importan: negras, blancas, musulmanas, cristianas, hindúes. Todos somos hijos de Dios y toda la vida es preciada".
"No podemos perdernos el respeto los unos a los otros y hacemos un llamado a todos nuestros líderes cívicos a conversar entre sí y a trabajar juntos para llegar a una resolución sensata de esta violencia creciente", él dijo. "Imploremos a Dios nuestro padre celestial que toque las mentes y los corazones de toda la gente para trabajar juntos por la paz y la comprensión.
"Oramos por el consuelo y la sanación tanto para las familias de los asesinados como para las de los heridos", él dijo. "Se nos recuerda el siempre presente peligro para aquellos dedicados a protegernos".
Los asesinatos ocurrieron mientras cientos de manifestantes terminaban una marcha protestando por recientes tiroteos fatales involucrando policías en otras partes del país. En Baton Rouge, Louisiana, Alton Sterling, de 37 años de edad, murió durante un altercado frente a una tienda después que un testigo dijo que él tenía un arma. En un suburbio de St. Paul, Minnesota, Philando Castile recibió disparos fatales después de una detención de tránsito el 6 de julio.
Los cinco oficiales, cuatro del Departamento de Policía de Dallas y uno del sistema ferroviario de Dallas (DART), fueron asesinados aproximadamente a las 9 p.m. por un francotirador que se enfocó en agentes de policía desde un edificio de estacionamiento. Los cinco muertos estaban entre 12 oficiales y dos civiles heridos.
El francotirador — quien durante horas había mantenido a raya docenas de oficiales de operaciones especiales diciendo que había colocado bombas en la zona, que "venía el fin" y que mataría más oficiales — murió durante la noche cuando la policía envió un robot hacia él y detonó un artefacto explosivo adherido al robot.
Aunque los nombres de los oficiales de la policía de Dallas no habían sino divulgados por el Departamento de Policía de Dallas, parientes y otras fuentes los han identificado como el cabo Lorne Ahrens de 48 años de edad, Michael Krol de 40 años; Patrick Zamarripa de 32 años y el sargento Michael J. Smith de 55 años.
Smith, su esposa Heidi y dos de sus hijas, Victoria y Caroline, son parte de la comunidad de la iglesia católica Mary Immaculate en Farmers Branch, al norte de Dallas. Heidi Smith es maestra del cuarto grado en la escuela católica Mary Immaculate.
Padre Michael Forge, párroco de Mary Immaculate, envió una carta por correo electrónico a todos los feligreses el 8 de julio informándoles sobre la muerte de Smith, excomando del Ejército de Estados Unidos que se unió a la fuerza policiaca de Dallas en 1989.
"Estoy pidiendo que todos nos unamos en oración y apoyo por la familia Smith, así como las familias de los demás oficiales que murieron junto con Mike", él dijo. "Junto con la administración y el personal de la iglesia y de la escuela, por favor oren por ellos, permítanle algo de privacidad y apóyenlos y a todas nuestras … familias que están de luto por esta trágica situación".
Funcionarios de DART identificaron a su oficial como Brent Thompson, de 43 años de edad, quien había estado en la fuerza policiaca desde el 2009, y dijeron que él se había casado hace dos semanas.
Los oficiales no habían identificado al francotirador el 8 de julio, pero numerosos medios de comunicación lo habían identificado como Micah Xavier Johnson, de 25 años de edad, del suburbio Mesquite de Dallas, quien sirvió una misión en Afganistán y había sido despedido de la milicia en el 2015.
El ataque fue la peor pérdida en la historia de la ciudad de Dallas y para las agencias del orden público desde el 9-11.
"Nos duele", dijo David Brown, jefe de la policía de Dallas que había dicho que la policía no siente mucho apoyo la mayoría de los días. "A nuestra profesión le duele. A los oficiales de Dallas les duele. Tenemos el corazón quebrado. No hay palabras para describir la atrocidad que le sucedió a nuestra ciudad. Lo único que sé es que esto tiene que parar — esta división entre nuestra policía y nuestros ciudadanos".
El día después del tiroteo, el obispo Farrell se unió a otros líderes cívicos en una reunión ecuménica en Thanksgiving Square, espacio con jardín de oración y agua a unos cuantos bloques del lugar del tiroteo, para ofrecer oración por la sanación.
"Motivados por el bien que hay en cada uno de nosotros, oramos como nos enseña la vieja oración de San Francisco, que cada persona de nuestra comunidad se convierta en instrumento de paz", él dijo. "Que Dios todopoderoso escuche la oración de esta comunidad en este día y extienda sus manos para tocar a los hombres y las mujeres que dan sus vidas por cada uno de nosotros.
"Esto me recuerda las palabras de las Escrituras, no hay mayor amor que el de aquel que da su vida por la protección de los demás. Nuestros oficiales policiacos merecen nuestro apoyo y nuestras oraciones. Que Dios se extienda hacia ellos en su dolor y sufrimiento en este día".
Un gran número de policías de Dallas estuvieron en la reunión y escucharon el llamado del jefe de la policía de que los oficiales necesitan sentir el apoyo de la comunidad todos los días.
"Cuando uno ve el derrame de apoyo de la comunidad, ayuda de algún pequeño modo a aliviar el dolor por el cual uno está pasando", dijo Warren Mitchell, oficial de la policía de Dallas. "La comunidad nos protege en nuestro momento de necesidad y eventos como este verdaderamente ayudan cuando uno está pasando tiempos difíciles".
Van Stripling, residente de Dallas, dijo que la gente tiene que aceptarse más los unos a los otros.
"Tengo la esperanza de que esto haya abierto los ojos de la gente porque la realidad es que todos somos creados bajo la mano de Dios", dijo Stripling. "Cuando miro hacia la calle no veo color, veo a mi hermano, veo a mi hermana, así que lo que vi anoche trajo dolor y herida a mi corazón".
El obispo Farrell celebró una Misa por la esperanza y la sanación en la Catedral Santuario de la Virgen de Guadalupe el 9 de julio y pidió oraciones por las familias de los cinco oficiales de la policía de Dallas que fueron asesinados. Él dijo que los oficiales dieron sus vidas heroicamente, haciendo lo que hacen todos los días: protegiéndonos.
El obispo dijo que el ciclo de violencia tiene que terminar.
El 11 de julio una gran multitud asistió a Marine Park en Fort Worth para una vigilia con velas para uno de los oficiales de la policía de Dallas asesinados, Patrick Zamarripa, quien había sobrevivido tres misiones en Irak.
Padre Stephen Jasso, párroco de la parroquia All Saints en Fort Worth, le dijo a los reunidos en la vigilia que "el amor es más fuerte que el odio" y los instó a demostrar compasión en sus vidas.
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Sedeño es editor ejecutivo de The Texas Catholic y Revista Católica, periódicos en inglés y español de la Diócesis de Dallas.