Caminos diferentes condujeron al ministerio para cuatro hombres que serán ordenados diáconos el próximo mes, y tres de ellos continuarán sus jornadas hacia la ordenación sacerdotal.
El 6 de junio, el Obispo Salvatore R. Matano ordenará a Jainer Erick Viloria, Jorge Iván Ramírez y Justin Miller como diáconos transicionales, y a Arthur Cuestas al diaconado permanente en ceremonias que comenzarán a las 10 a.m. en la Catedral del Sagrado Corazón, 296 Flower City Park, Rochester.
Dos de los tres hombres en la formación sacerdotal vinieron a Rochester a través de la colaboración establecida en el 2009 entre las diócesis de Rochester y la de Medellín, Colombia.
Cuando Viloria se enteró de la oportunidad de ser sacerdote en Rochester, él decidió actuar sobre ello ya que su país ha sido bendecido con muchas vocaciones, dijo. Pero cuando llegó aquí, la barrera del lenguaje fue una barrera grande que tenía que vencer ya que sólo conocía unas pocas frases básicas, dijo.
Vivir aquí no sólo requería adquirir destrezas en un idioma nuevo sino aprender una nueva cultura, observó. En muchas partes de Suramérica, se ve a los norteamericanos como personas poco amistosas que no son espirituales y que se centran en hacer dinero. Muy pronto él aprendió que estas suposiciones son incorrectas, dijo Viloria, 33.
A él le impresionó de modo especial las personas que públicamente dicen que son católicas, lo cual fue algo extraño para Viloria, que viene de un país donde las personas no tienen que distinguirse como tal ya que los ciudadanos son predominantemente católicos, dijo.
Dijo que él había asistido a Misa casi diariamente durante su niñez, y a menudo pensó acerca de ser como el sacerdote en el altar. Volvió a considerar la idea cuando conoció a otro sacerdote en su adolescencia, pero sus padres no tenían los medios para enviarlo al seminario. De modo que Viloria trabajó en una fábrica y en una tienda de ropas, hasta que un obispo local le conectó con un benefactor que pagó para que él fuera al seminario y obtuviera su diploma en teología de la Universidad Católica de Colombia en Medellín.
Él se mudó a Rochester para terminar su formación en el seminario en el 2012 y empezó su año pastoral en la Parroquia Paz de Cristo en Rochester más tarde ese mismo año. Ahora él está en su cuarto año en el Colegio Teológico en Washington, D.C., y podría ser ordenado al sacerdocio tan pronto como este otoño.
Ramírez, 34, dijo que su llamado al sacerdocio llegó a una edad temprana, y empezó los estudios en el seminario a la edad de 13 años en su Medellín natal. Durante el curso de su proceso de formación él dio un salto gigante de fe, uniéndose a Sergio Chávez como los primeros dos seminaristas participantes en la colaboración entre las diócesis de Rochester y Medellín. El Padre Chávez fue ordenado sacerdote de la Diócesis de Rochester el año pasado.
Ramírez dijo que ha observado algunas diferencias entre el proceso de formación sacerdotal en Estados Unidos y en su país natal, pero observó que la base es la misma: La iglesia es "una" como los católicos profesan en el Credo.
Antes de terminar su año final del seminario este otoño en el Seminario y Universidad Santa María en Baltimore, él tiene planes de pasar algún tiempo en Colombia para celebrar su ordenación diaconal con miembros de la familia, incluyendo sus dos hermanos, que no pueden hacer el viaje a Rochester. Una tía y unos pocos primos están planeando asistir, dijo.
Ramírez dice sentirse nervioso acerca de la ordenación, ya que siempre ha comparado la pompa y circunstancia de la ceremonia de una ordenación con la de una boda. Pero dijo que se siente agradecido y feliz de que la diócesis y el Obispo Matano lo han encontrado digno de ser ordenado.
Aunque fue criado como católico, Miller, oriundo de Springville, N.Y., experimentó una conversión cuando estudiaba en el Colegio St. John Fisher y empezó a vivir realmente su fe.
Dijo que sintió un llamado de Dios durante su segundo año y fue a un retiro de discernimiento, pero decidió que el matrimonio era algo para él, dijo. Se graduó de Fisher en el 2007 con un diploma en inglés y estudios religiosos, y fue a trabajar en Paychex. Pero un año y medio más tarde, el llamado al sacerdocio se hizo más fuerte y, a través de discusiones con amigos, discernió que deseaba ser sacerdote, explicó Miller.
La falta de vocaciones en ese momento realmente le impactó, dijo. Por eso, en el otoño del 2010, se inscribió en Becket Hall, el programa residencial diocesano para los que están discerniendo las vocaciones sacerdotales, y trabajó en la Parroquia San Jerónimo en East Rochester antes de ingresar al seminario en el Colegio Teológico el año siguiente.
Miller, 29, pasó su año pastoral en la Parroquia Nuestra Señora de la Paz en Geneva. Durante ese tiempo, dijo que él ayudó a revivir la oficina católica en el recinto de Hobart and William Smith Colleges e incluso trajo estudiantes a la catedral para un retiro.
Al acercarse su ordenación, Miller dijo tener un sentido de anticipación, expectación y gratitud. Espera con interés el don de ser un diácono y poder predicar y bautizar y hacer lo que Dios "llamó en mi corazón".
El llamado para servir a otros también tocó a Cuestas fuertemente durante sus años universitarios cuando asistía al la Universidad Benedictin en Kansas, aunque el oriundo de Albuquerque, N.M., dijo haberlo sentido "desde el primer día".
Obtuvo una maestría en finanzas de la Universidad de Dallas e ingresó al mundo de negocios al graduarse. Cuestas dijo que él suprimió la llamada al servicio, pero la misma permaneció en él cuando se mudó a Rochester. Inicialmente trabajó para General Electric y ahora en Xerox Corporation como líder de operaciones en efectivo para varios lugares globales.
Ahora que sus hijos son un poco mayores, ellos y su esposa le alentaron para que empezara al programa de diaconado permanente, dijo, al igual que lo hicieron sus amigos en la Parroquia San José en Penfield.
Esas afirmaciones hicieron eco a lo que él había escuchado en otras parroquias, lo cual hizo que Cuestas se diera cuenta de que una llamada al servicio también viene de la comunidad propia.
Pero una de las señales más grandes vino en un artículo en el Catholic Courier hace unos años acerca del aniversario de la ordenación diaconal del Diácono Albro Wilson. Cuestas observó que el Diácono Wilson, también, trabajó para General Electric y Xerox. En medio de su proceso personal de discernimiento, Cuestas sintió que estaba haciendo la elección correcta al seguir los pasos del Diácono Wilson.
Dijo que la formación diaconal ha sido maravillosa, y que está nervioso y emocionado de ser ordenado diácono permanente y de llegar a conocer a los seminaristas que serán ordenados con él.
Con las oraciones de la comunidad diocesana local y las de su familia – la mitad de Nuevo México asistirá a su ordenación, bromeó — Cuestas está emocionado por cumplir con su destino de hacer el trabajo de Dios.