El cardenal George muere a los 78 años de edad, después de una larga batalla contra el cáncer

Por Catholic News Service
CHICAGO (CNS) ? El cardenal Francis E. George, arzobispo jubilado de Chicago, quien fue la primera persona oriunda de Chicago en dirigir la arquidiócesis, murió el 17 de abril en su residencia, después de pasar cerca de 10 años en batalla contra el cáncer. A su muerte, tenía 78 años de edad.

Su sucesor en Chicago, el arzobispo Blase J. Cupich, se expresó del cardenal George como "un hombre de paz, tenacidad y valor" en una declaración que leyó en rueda de prensa fuera de la catedral del Santo Nombre en la que comunicó la muerte del cardenal.

El arzobispo Cupich hizo hincapié en su declaración en el hecho de que el cardenal George había vencido muchos obstáculos para poder llegar a ser sacerdote, y en que "no dejó que sus limitaciones físicas disminuyeran su celo para traernos la promesa del amor de Cristo en donde más se necesitaba".

Un ataque de poliomielitis, cuando era pequeño, lo había dejado al prelado con una pierna débil y renqueó durante toda su vida.

Con la muerte del cardenal, el número de miembros del Colegio Cardenalicio disminuye a 223, de los cuales 121 cuentan con menos de 80 años de edad, por lo que, en caso necesario, podrían participar con su voto en la elección de un nuevo papa.

El cardenal George fue profesor de filosofía y provincial regional; después fue vicario general de su orden religiosa, Misioneros Oblatos de María Inmaculada, antes de ser nombrado obispo en 1990.

Fue nombrado obispo de Yakima, Washington, en 1990, y después fue nombrado arzobispo de Portland, Oregón, en abril de 1996. Un poco menos de un año después, el entonces papa San Juan Pablo II lo designó para ocupar el cargo en Chicago, que había quedado vacante con la muerte del cardenal Joseph Bernardin en noviembre de 1996.

Al jubilarse en 2014, el cardenal George logró cumplir lo que con frecuencia afirmó en son de chiste como su deseo: ser el primer cardenal arzobispo de Chicago en dejar el puesto, en lugar de morir todavía ocupándolo, como le había sucedido a su predecesor. En los últimos meses la arquidiócesis había lanzado una serie de boletines de prensa en los que se daba a conocer el estado de salud del cardenal George, que declinaba.

En un evento del 30 de enero, en el que recibió un premio por parte de los Caballeros de Colón, el cardenal George había hablado francamente de lo que era vivir con una enfermedad sin cura, diciendo que ya sus doctores habían terminado con todas las opciones de tratamiento de su mal y que estaba recibiendo cuidado paliativo.

"Ya no tenían ninguna suerte nueva en el sombrero, por así decirlo", dijo. "Básicamente, estoy en la manos de Dios, como todos lo estamos de alguna manera".

En una sesión de catequesis, durante las Jornadas Mundiales de la Juventud en Dusseldorf, Alemania, en 2005, el cardenal George les había dicho a los jóvenes que el haber contraído poliomielitis a la edad de 13 años lo había dejado "prisionero en mi propio cuerpo. Pronto aprendí que sentirse víctima no me llevaría a ningún lado. La fe fue la que me ayudó a sobreponerme pues no estaba solo en la fe y algo bueno puede salir de algo que parece ser malo en el momento".

El arzobispo Cupich en su declaración hizo notar también que cuando la iglesia de Estados Unidos "luchó con el grave pecado de abuso sexual por parte de algunos clérigos, se mantuvo fuerte entre sus compañeros obispos e insistió que el único camino viable consistente con nuestras creencias era la de implantar un cero de tolerancia".

Y señaló que el cardenal George le había ofrecido consejo y apoyo a tres papas, en servicio de la iglesia universal. En Chicago, el arzobispo Cupich hizo notar, el cardenal "visitó todos los rincones de la arquidiócesis, platicando con los fieles y llevando bondad en cada encuentro".

Al momento de cierre, todavía estaban pendientes los arreglos funerarios para el cardenal.

El cardenal George fue presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos durante tres años, de 2007 a 2010, lo que lo hizo ser el rostro público de los esfuerzos de los obispos en ayuda de la conformación de lo que llegó a ser la ley de cuidado asequible. En su última alocución ante el cuerpo de obispos como su presidente en el mes de noviembre del año 2010, recordó en detalle el debate público sobre lo que se debería incluir en la pieza legislativa y se refirió a "la herida contra la unidad de la iglesia" causado por desacuerdos con respecto al proyecto de ley en su estado final.


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