Individuos y organizaciones combaten la epidemia local de opiáceos

ROCHESTER — Pase tiempo con Hope Dealers BTC, y comprenderá por qué la crisis de opiáceos a menudo se llama epidemia.

Todos los domingos, comenzando a las 10 a.m., la organización de base se reúne en la Calle Sullivan, cerca de la Avenida Clinton Norte, frente a la Iglesia San Miguel. Los voluntarios se ponen guantes de goma y pasan las próximas horas recorriendo los barrios aledaños, recogiendo cuidadosamente las agujas hipodérmicas usadas que conllevan la amenaza de transmitir enfermedades como el VIH y la hepatitis.

“Este es nuestro punto cero”, afirmó Stephanie Forrester, organizadora de Hope Dealers BTC, cuyas iniciales finales son Be The Change (Sea el Cambio).

Mientras 14 voluntarios acompañados por guardias de seguridad comenzaron su trabajo un domingo reciente por la mañana, un pequeño grupo de hombres jóvenes y de mediana edad los pasó caminando hacia un terreno baldío donde, según Forrester, pronto estarían inyectándose drogas. Mientras tanto, en el patio trasero de una casa abandonada, un hombre inyectó una aguja en su brazo a la vista de todos.

Cerca de la entrada a una pequeña iglesia, los voluntarios retiraron numerosas agujas mientras se llevaba a cabo un servicio en el interior. La mayoría de los residentes y transeúntes fueron cordiales con el grupo voluntario — salvo por un hombre — que según Forrester probablemente era un traficante de drogas, que les gritó airadamente que abandonaran el área.

Cuando su organización realizó su primear recogida dominical en el otoño de 2017, Forrester dijo que los voluntarios recolectaban de 200 a 300 agujas por semana en el vecindario de la ciudad. Ahora están acumulando hasta 1,600 o más en el trabajo de un solo día.

Pero la epidemia de adicción a los opiáceos no se limita a las zonas urbanas, un hecho que ella y su compañero voluntario de Hope Dealrs BTC Chris Perry conocen de primera mano. Ambos crecieron en los suburbios – Forrester en Fairport, Perry en Spencerport, antes de que sus adicciones a las drogas los dejaran sin hogar en las calles de la ciudad.

“Yo mismo he vivido en propiedades abandonadas como esta”, dijo Perry mientras sacaba agujas del interior de una casa llena de basura.

Perry, de 31 años, dijo que comenzó a usar drogas cuando tenía 15 años y se quedó sin hogar a los 18 años. Le da crédito a Forrester por ayudarlo a ingresar a un programa de tratamiento hace un año.

Él y Forrester, que también está recuperándose, ahora se esfuerzan por ayudar a otros que luchan con la adicción. A partir de la 1:30 p.m. cada domingo en el Centro de salud y bienestar Padre Tracy, Avenida Clinton Norte No. 821, Hope Dealers BTC ofrece alimentos, café, ropa y artículos de cuidado personal, así como estímulo para aquellos que deseen recibir tratamiento para sus adicciones.

Sus esfuerzos abordan una plaga que según Perry está empeorando constantemente. El abuso de drogas no es nada nuevo, reconoció, pero lo que ha cambiado es la incidencia de muertes por opiáceos letales como la heroína y el fentanilo (fentanyl). Perry y Forrester — cuyo esposo, Justin, murió de una sobredosis en enero de 2017 — dijeron que habían perdido muchos amigos y conocidos por las drogas en los últimos años.

“La próxima generación simplemente está muriendo”, dijo Forrester, 37.

Estadísticas perturbadoras

Las estadísticas locales y nacionales respaldan las afirmaciones de Perry y Forrester.

De acuerdo con la oficina del médico forense del condado de Monroe, el uso de heroína, fentanilo y / o sustancias relacionadas causó 287 muertes en una región de 11 condados en 2017, con el 22% de esas muertes en el condado de Monroe. Esa cifra marca un aumento dramático desde 2015, cuando el total combinado fue de 85 para Monroe junto con los condados de Allegany, Chemung, Genesee, Livingston, Ontario, Orleans, Steuben, Wayne, Wyoming y Yates.

Hasta julio de este año, 675 personas tomaron una sobredosis de opiáceos en el condado de Monroe y 103 murieron, según datos policiales recopilados por el Grupo de Trabajo de Heroína del Condado de Monroe, una asociación de funcionarios gubernamentales y policiales que comenzó a principios de 2018.

A nivel nacional, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) informan que las sobredosis de drogas causaron la muerte a 63,632 personas en 2016, lo que representa un aumento sin precedentes y un aumento del 21.5 por ciento con respecto al año anterior. Aproximadamente dos tercios de esas muertes involucraron una prescripción o un opiáceo ilícito, y las muertes por sobredosis de opiáceos se multiplicaron por cinco entre 1999 y 2016.

Los opiáceos son drogas producidas mediante un proceso parcial o totalmente sintético. Incluyen oxicodona (a menudo conocida por la marca OxyContin), hidrocodona y metadona. Los adultos de todas las edades corren el riesgo de volverse adictos a los opiáceos después de tomarlos como medicamentos recetados para el dolor. Los datos del médico forense del condado de Monroe muestran que la edad promedio para las muertes por sobredosis de opiáceos el año pasado fue de 38, con víctimas de entre 20 y 82 años de edad.

Common Ground Health, un grupo de investigación con sede en Rochester, descubrió que en 2016, las sobredosis de medicamentos para el dolor fueron más altas entre personas de 50 años de edad y mayores en su región de nueve condados: Chemung, Livingston, Monroe, Ontario, Schuyler, Seneca, Steuben, Wayne y Yates — mientras que las sobredosis de heroína fueron más frecuentes entre los jóvenes de 15 a 29 años.

Un opiáceo de especial interés es el fentanilo — un medicamento para tratar el dolor intenso, a menudo recetado para pacientes con cáncer avanzado y personas que se recuperan de una cirugía — que según los CDC es 50 veces más poderoso que la heroína. El CDC señala que cuando el fentantilo se fabrica ilícitamente y se mezcla con heroína, este opiáceo puede matar rápidamente a un drogadicto que puede o no estar al tanto de su presencia.

Mientras tanto, la popularidad de la heroína — una sustancia ilegal que se procesa a partir de la morfina y proviene de la misma familia que los medicamentos recetados para el dolor — ha crecido enormemente porque es barata en comparación con los medicamentos recetados y está disponible en la calle, dijo Cathy Saresky, vicepresidenta de innovación clínica para el Centro Familiar Católico y presentadora en un foro público sobre opiáceos del 14 de junio en la Iglesia San José de Penfield. Saresky agregó que tres de cada cuatro adictos a la heroína comenzaron con medicamentos recetados.

Deb Leach, otra presentadora en el evento patrocinado por el CFC, contó sobre cómo creció en la comodidad financiera en Webster, pero su madre que se volvió adicta a los opiáceos recetados después de una cirugía espinal. Su madre pasó a gastar miles de dólares por semana para obtener opiáceos ilegalmente antes de recurrir a la heroína y desaparecer en las calles de Rochester. Después de cuatro años sin contacto, Leach recibió una llamada de cobro revertido de su madre, que estaba detenida en la Cárcel del Condado de Monroe, con los brazos cubiertos con las marcas dejadas por las agujas inyectadas. Eventualmente, Leach consiguió que su madre entrara en un programa de tratamiento que resultó exitoso.

“En marzo celebramos 12 años (de sobriedad)”, dijo una emocionada Leach, que ahora trabaja como consejera para la Clínica de Acceso Abierto en Rochester, que ayuda a las personas con adicción.

Batalla cuesta arriba

En San José, Saresky y Leach hablaron con aproximadamente 25 personas, incluidas algunas que dijeron que tienen seres queridos luchando contra la adicción. Se han realizado varias presentaciones similares en las parroquias de la Diócesis de Rochester, de acuerdo con el enfoque del Comité Diocesano de Política Pública sobre la crisis de los opiáceos como una prioridad educativa para 2018.

Michela Peters — quien, al igual que Leach, es consejera en la Clínica de Acceso Abierto — habló en seminarios auspiciados por el CFC la primavera pasada en Nuestra Señora de Lourdes en Brighton y Santa Ana en Rochester. Le dijo a la audiencia que proviene de una familia que durante mucho tiempo se ha visto afectada por el abuso de sustancias, incluido su hermano, Joey Maiola, que murió a causa de una sobredosis de heroína y fentanilo en junio de 2017 a la edad de 32 años.

Peters dijo que nunca dejó de amar a su hermano y llamó a otros a buscar una comprensión más profunda de la naturaleza de la adicción, señalando que es una enfermedad cerebral que es extremadamente difícil de superar.

“Puede ser fácil equiparar (la adicción) con una deficiencia moral, y eso es completamente inapropiado e hiriente”, dijo Peters, una feligresa de Nuestra Señora de Lourdes, al El Mensajero Católico. “(Pero) ¿cuáles son los valores que practicamos como católicos? Amor y compasión y perdón y esperanza”.

Los seminarios diocesanos se encuentran entre muchos esfuerzos sobre la conciencia y la prevención relacionadas con los opiáceos que tienen lugar en la comunidad. Otras iniciativas para enfrentar la crisis incluyen una mayor dotación de personal para la aplicación de la ley; mayor acceso al tratamiento; promoción de la respuesta de emergencia, tal como el acceso y la capacitación para la administración de naloxona, un medicamento que puede revertir los efectos de la sobredosis de opiáceos; y reducir la disponibilidad de medicamentos recetados a través de eventos de devolución de medicamentos no utilizados.

Entre las medidas legales para combatir la prescripción excesiva de analgésicos legales está la Ley de Administración de Opiáceos del Estado de Nueva York, que entró en vigencia el 1 de julio. La ley exige que los fabricantes, distribuidores e importadores de opiáceos informen los detalles de las transacciones para su venta y distribución al Negociado de Fiscalización de Estupefacientes del Departamento de Salud.

Forrester ve tales esfuerzos como parte de una batalla cuesta arriba. Señaló, por ejemplo, que actualmente no hay suficiente policías en los barrios donde se ofrece como voluntaria como para mantenerse al paso con el flujo de opiáceos ilegales.

Sin embargo, ella sigue adelante a través de la defensa, recogiendo agujas y extendiendo la bondad hacia las personas que encuentra en el camino. Tal fue el caso el 15 de julio cuando Forrester distribuyó bolsas de almuerzos y agua embotellada a la gente que caminaba por las calles.

“Quiero decir que definitivamente usted es un modelo a seguir aquí”, le dijo un hombre a Forrester, y agregó que espera encontrar la fuerza de voluntad para poner fin a su adicción. Terminó su breve charla diciendo: “Dios la bendiga”.

“Gracias. No me olvido de cómo es “, respondió Forrester.

Forrester, que señaló que ha estado limpia desde 2016, dijo que su fe católica ha jugado un papel importante en su recuperación en curso.

“No tenía hogar en estas calles, estaba prostituyéndome. No debería estar viva, pero lo estoy “, dijo Forrester, quien asiste a la Parroquia San Juan de Rochester. “Estoy tan agradecida de estar viva, y no hay otra explicación posible que el hecho de que Dios estaba conmigo”.

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