Por David Agren
Catholic News Service
COALCOMÁN, México (CNS) — Padre Emiliano Mendoza Magaña, pastor de la parroquia Santiago Apóstol en este pueblo de madereros, recuerda que los feligreses venían a confesarse hace unos años con preguntas sobre tomar armas y protegerse contra un merodeador cartel de la droga.
A principios del 2013 él reconoció que una revuelta estaba a la vista contra el cartel narco Caballeros Templarios, que cometía crímenes como el secuestro, extorsión del molino maderero local y producir metanfetamina en cocinas clandestinas aun mientras predicaba su religión casera. Los consejos y la renuencia de padre Mendoza a condenar las acciones de justicia por cuenta propia en el estado occidental Michoacán podrían ser interpretados como controversiales para un clérigo comprometido con una cultura de paz en una tosca región llamada Tierra Caliente, pero comprensibles para una persona que cada día atiende más víctimas de la violencia.
"La gente se estaba preparando para levantarse … pero no estaba tranquila en su consciencia", dijo padre Mendoza después de asistir a un concierto navideño parroquial en Coalcomán, a 400 millas al oeste de Ciudad de México. "Yo decía ‘actúen de acuerdo a su consciencia. Si su consciencia dice que está bien, confíen’".
Sacerdotes como padre Mendoza confrontan tales paradojas constantemente este rincón tan olvidado del país, donde los feligreses los agitan con preguntas sobre si es apropiado cultivar marihuana para pagar las facturas médicas, las familias enfrentan los horrores del secuestro para rescate y los jóvenes en algunos casos ven las actividades legales como sus únicas alternativas. Ellos bregan con peligros también según sus ministerios los llevan a aldeas donde las actividades ilegales sustentan la economía y hacer pronunciamientos públicos a favor de actuar apropiadamente podrían tener su precio.
El papa Francisco visitará México del 12 al 17 de febrero, viaje que debe proveer atención a los lugares periféricos que en muchos casos están al centro de los retos del país en cuanto a la desigualdad, la pobreza y los carteles narcos, todos estos asuntos que un gobierno federal consciente de su imagen ha preferido evitar a favor de promover la agenda económica.
El viaje lo llevará a Michoacán, donde proveerá atención pastoral a los sacerdotes, quienes a su vez expresan la expectativa de que él ofrezca mensajes de esperanza y reconciliación para un estado que tiene una triste historia reciente de violencia, victimización y emigración.
"Tenemos la esperanza de que con nuestra población, especialmente con aquellos que han caído en las actividades criminales — que en muchos casos son personas que solían ser creyentes — el papa pueda tocar sus corazones", dijo padre Javier Cortés, párroco en el municipio Buenavista. Es una alta expectativa: que él pueda traer cambios en este ambiente de violencia que estamos experimentando".
"Esta gente, sin armas ni mucho conocimiento, pudo pacificar sus pueblos y despojarse de los narcos", dijo padre Andrés Larios, quien también es sacerdote en Coalcomán y parte de la formación de la primera fuerza de autodefensa.
"¿Por qué no pudo el gobierno hacer esto?", preguntó padre Larios, quien ha propuesto que el papa se reúna con víctimas de la violencia mientras está en Morelia. "La única contestación es corrupción y colusión".
El papa Francisco podría traer a Michoacán un mensaje igualmente crítico, pero se espera que los políticos acepten la visita entusiásticamente.
Algunos, como padre Larios, temen que el viaje se convierta en una oportunidad fotográfica para los políticos, quienes podrían hacer caso omiso del mensaje principal y anunciar que la presencia del papa es comprobante de que sus políticas han provisto suficiente seguridad para un visitante internacional importante.
"(Ellos) querrán aparecer en fotos con el papa y usarlas para su próxima campaña política", él dijo.