ROCHESTER — Ana Berríos dijo que cuando el Huracán María azotó a Naguabo, Puerto Rico, la tormenta rompió sus ventanas y su casa fue inundada totalmente con agua.
“El ruido fue horrible,” dijo Berríos. “Fue como un monstruo. Ese ruido lo tengo en mi cabeza todavía por lo horrible que fue. Pensaba que la se iba a caer la casa por completo”.
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Berríos relató su historia a El Mensajero Católico el 28 de octubre mientras almorzaba con sus hijas durante la quinta Conferencia de Padres Latinos anual en el Centro de Recreación David Gantt. Los parientes le dieron el dinero que necesitaba para traer a su familia a Rochester, dijo, observando que tiene amistades que viven en el área. Su hija de 19 años de edad espera un bebé para el 24 de noviembre, y ellos deseaban que pudiera dar a luz en un lugar seguro.
Ella dijo que antes de salir de Puerto Rico, la familia no tenía acceso a agua o comida. Su vuelo fue cancelado varias veces antes de su arribo en Rochester el 16 de octubre. Al principio, la familia se quedó en un refugio pero ahora tienen un apartamento, añadió Berríos. Y su hija menor, que tiene 15 años de edad, ahora está matriculada en la Joseph C. Wilson Magnet High School.
Ella no ha tomado una decisión respecto a retornar a la isla.
“Me quedo por acá por ahora”, dijo Berríos.
Berríos fue una de los casi 200 participantes en la conferencia latina, muchos de los cuales son parientes o tutores de los más de 150 estudiantes de Puerto Rico que se han inscrito en las escuelas de la ciudad después del huracán, señaló la Superintendente Barbara Deane-Williams. Ella dijo que el distrito espera contratar al personal bilingüe necesario de Puerto Rico.
Además de una comida, el evento ofreció orientación respecto a cómo navegar el distrito e información de agencias comunitarias. La oradora principal Ida Pérez alentó a los padres a mantenerse activos en la educación de sus hijos. Las familias también recibieron libros gratis, ropa y abrigos para niños.
“Reconocemos que muchos de ustedes han sido impactados directamente por el Huracán María”, dijo Deane-Williams a los participantes en la conferencia. “Queremos decir inequívocamente que son bienvenidos aquí”.
Joealexis Dávila de trece años de edad dijo que su familia también carecía de las necesidades básicas en la isla. Él y su hermana de 9 años de edad, Amanda, volaron a Rochester el 4 de octubre para vivir con su hermana mayor, Nayrovis Dávila. Su madre espera unirse a ellos el próximo mes, dijo él.
“Están las cosas bien difíciles”, dijo Joealexis. “No podemos hacer nada. Mi mamá dijo que no podíamos estar allá sin comida, agua ni nada… Es un desastre”.
Más de una docena de agencias comunitarias y gubernamentales se han unido para crear un centro de bienvenida en la Avenida Clifford No. 938 en Rochester para ayudar a los recién llegados a conocer los recursos y servicios disponibles en su nueva casa. El 9 de enero se celebró una recepción para más de 500 personas, explicó Patricia Cruz-Irving, directora de desarrollo y comunicaciones de la Liga de Acción Iberoamericana.
“La idea es ofrecer un lugar donde la gente puede acudir para sus necesidades, preguntas,… de modo que no tengan que ir de un edificio a otro”, añadió Cruz-Irving.
Hilda Rosario-Escher, directora ejecutiva de Ibero, anunció la apertura del centro durante una conferencia de prensa en el centro de Educación de la Primera Infancia de Ibero el 16 de octubre. Representantes de la ciudad de Rochester, el capítulo de Rochester de la Cruz Roja Americana y el distrito escolar de la ciudad hablaron acerca de sus programas para proporcionar alivio del huracán. El director de la Autoridad de Vivienda de Rochester y la Ejecutiva del Condado de Monroe Cheryl DiNolfo describieron los servicios disponibles para proporcionar vivienda y otras necesidades básicas a las familias.
Después de la conferencia de prensa, Nicole Roque habló acerca de su mudanza a Rochester tres días después de que el huracán azotara a la isla a instancias de su madre, que permanece en la isla. Ella y su esposo, Michael Lozano, tienen un bebé de 8 meses de edad y un niño de 2 años de edad.
“No me puedo imaginar como mi mamá pasó (el huracán)”, dijo ella. “Me da mucha tristeza.”
Ella
dijo que Ibero y el Centro Católico de la Familia le ayudaron a encontrar un lugar para vivir después de estar en un refugio inicialmente y le han proporcionado pañales para sus bebés y vales para obtener ropa para la familia. Su meta es aprender inglés y eventualmente retornar a sus estudios de enfermería.
“Es difícil mudarse a un lugar y no conocer el idioma”, dijo Roque. “(Pero) a mí me gusta aquí. Pienso quedarme”.