Por Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Los católicos son más afortunados que lo eran los profetas del Antiguo Testamento porque en la Eucaristía experimentan la intimidad de Jesús y saben que Dios no está lejos en un alto trono, dijo el papa Francisco ante miles de monaguillos de toda Europa.
"En la Eucaristía y en los demás sacramentos", dijo el papa, "uno experimenta la cercanía íntima de Jesús, la dulzura y el poder de su presencia".
El papa Francisco terminó sus vacaciones de verano de tres semanas en la reunión y oración vespertinas del 4 de agosto con 9,000 monaguillos. Los mayores grupos provenían de Austria, Alemania e Italia.
El papa le agradeció a los jóvenes haber desafiado el calor de agosto en Roma, aunque ellos encontraron algo de alivio antes que el papa llegara.
El tema del encuentro fue "¡Aquí estoy: envíame!" del profeta Isaías.
"Ustedes son más afortunados hoy día que el profeta Isaías", le dijo el papa Francisco a los jóvenes. En la Eucaristía Jesús no está "colocado en un alto trono inaccesible, sino en el pan y el vino".
Isaías fue purificado y perdonado por Dios y enviado a llevarle la palabra de Dios a los demás, dijo el papa. "Isaías se dio cuenta de que, al confiarse a las manos del Señor, su existencia completa se transformaría".
La palabra de Dios, dijo el papa, "no sacude los postes de las puertas, sino que acaricia las cuerdas del corazón".
El llamado de Dios, dijo el papa, es un llamado a salir y compartir la misericordia de Dios y la alegría de la fe. Eso no puede vivirse o protegerse "en una bóveda subterránea a donde huimos en los momentos difíciles".
Servir en el altar, le dijo el papa a los jóvenes, es una manera privilegiada de acercarse a Jesús que a su vez "les permite abrirse a los demás, a caminar juntos, a establecer metas exigentes y a encontrar la fortaleza para lograrlas".
"Mientras más cerca ustedes estén del altar", les dijo, "más recordarán hablar con Jesús en oración diaria;mientras más se nutran de la palabra y el cuerpo del Señor, más podrán extenderse a los demás llevándole el regalo que han recibido, dando a su vez con entusiasmo la alegría que han recibido.