Por Ana Rodríguez-Soto
Catholic News Service
El sacerdote rezó un Padre Nuestro. El presidente encendió una veladora. Y mientras juntos dirigían la mirada hacia la venerada imagen de la Patrona de Cuba, el sacerdote le recordó al presidente el sufrimiento del pueblo cubano.
"Eso es posible solamente en los Estados Unidos", dijo el padre Juan Rumín Domínguez, rector del Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad en Miami, mientras recordaba la relampagueante y completamente inesperada visita del presidente Barack Obama la tarde del 28 de mayo.
El presidente iba camino al aeropuerto, después de asistir la noche anterior a una reunión demócrata para allegar fondos y después de pasar la mañana en el Centro Nacional de Huracanes.
"Para mí eso fue un honor y fue señal de que vivimos en un país libre", dijo el padre Domínguez, quien es exiliado también. “¡Haber podido decirle al presidente Obama en persona acerca de los sentimientos de miles de personas que visitan el santuario todos los días!"
El santuario es un símbolo de fe y esperanza para los exiliados cubanos desde antes de que donaran centavos que fueron empleados para la construcción a principios de la década del 1970; y ahora es una parada obligatoria también para miles de inmigrantes procedentes de Centro y Sudamérica, que continúan llegando a Florida del sur.
Obama es el primer presidente en ejercicio que visita el lugar. Y el padre Domínguez tuvo una escasa hora para prepararse. Se encontraba en una reunión con miembros de su personal cuando unos agentes del Servicio Secreto se aparecieron en su oficina, comunicándole que el presidente "se encontraba cerca y que quería conocer el lugar".
En segundos, se apersonaron en el santuario muchos agentes que portaban armamento especializado y avezados en alta técnica de entrenamiento, que venían en vehículos blindados y traían perros husmeadores de bombas que se dedicaron con rapidez y eficiencia a revisar "todos los rincones, todas las hendiduras, todas las puertas", dijo el padre Domínguez.
Y les preguntó a los agentes que si debía decirles a la docena de personas, o algo así, que rezaban que se retiraran. Los agentes respondieron que no. Solamente las revisaron con detector de metales. Unos minutos después, el padre Domínguez se encontraba de pie junto a las puertas de cristal del santuario, esperando para darle la bienvenida al dirigente del mundo libre.
Entraron al lugar, y con Cristina Brito, secretaria del padre Domínguez, que servía de intérprete, el sacerdote le narró al presidente la historia del lugar.
"Le mostré al presidente la imagen de Nuestra Señora de la Caridad, la que llegó acá en el año 1961", dijo el sacerdote.
Y le contó de la Misa que se había celebrado al aire libre ese año, a la que asistieron más de 30,000 personas, exiliados recién llegados. "Se sentían tristes, abandonados, con añoranza de su tierra. Habían llegado (a los Estados Unidos) en busca de libertad y, en ese momento, la imagen de la Virgen hizo su aparición, señal de que no estaban solos."
"El presidente prestaba suma atención", recordó el padre Domínguez. "Y me preguntó que si esa era la (imagen) original"
El sacerdote le explicó que la imagen original permanecía en su santuario de El Cobre, en Santiago de Cuba.
"También le expliqué la historia de Cuba", dijo; historia representada en un mural localizado detrás del altar del santuario.
"Y reconoció al padre Félix Varela y también a José Martí", recordó el padre Domínguez, refiriéndose a dos rostros que aparecen en el mural. Uno es del sacerdote que terminó ejerciendo su ministerio entre los irlandeses inmigrantes en Nueva York, después de haber sido exiliado por pedir la independencia del yugo español. El otro rostro es el del poeta cubano que murió mientras peleaba por la misma causa de independencia.
Después el sacerdote señaló los rostros colocados hacia la parte baja del mural: balseros cubanos.
"Entonces aproveché la oportunidad para explicarle al presidente la tragedia sucedida en los cayos de Florida", dijo el padre Domínguez. "Y le dije: Vea usted, señor presidente, esa imagen representa a cubanos que, desde que se implantó el comunismo en Cuba, han estado viniendo y perdiendo su vida en los cayos de la Florida, tras su búsqueda de libertad. Espero que esos esfuerzos no se hayan hecho en vano y que este proceso (de reconciliación entre los dos países de Cuba y Estados Unidos) concluya con verdadera libertad para Cuba".
Y no contento con decirlo solamente en español, el padre Domínguez dijo que repitió: "Señor presidente, yo tengo alguna dificultad para expresarme en inglés; pero puedo decirle a usted claramente que todos los días rezamos aquí para que se alcance una libertad verdadera, una verdadera libertad para el pueblo cubano, para Cuba.
"Entonces, el presidente se sonrió y me dijo: ‘Padre, no se preocupe, esa es nuestra meta, alcanzar la libertad para Cuba’".
El padre Domínguez dijo que había expresado los sentimientos de muchas personas de la comunidad del exilio que están preocupadas por las presentes negociaciones debido a que creen que "todo es acerca de intereses económicos", y los derechos humanos se han hecho a un lado.
Y dijo que el presidente Obama le aseguró que "el tema de la libertad para Cuba y los derechos humanos siempre estarían en la mesa de negociaciones con Raúl Castro".
El padre Domínguez dijo que el presidente le reiteró que su deseo era que el pueblo cubano pudiera gozar pronto "de los mismos derechos que nosotros gozamos aquí en los Estados Unidos".
Y entonces le pidió al presidente "que dijeran una oración para el Espíritu Santo, frente a la imagen de Nuestra Señora de la Caridad, pidiéndole al Espíritu Santo que nos de luz, que proteja nuestras familias y que proteja a los Estados Unidos de América".
Y fue en ese momento que juntos, el sacerdote, el presidente y Brito rezaron el Padre Nuestro. Luego el presidente " encendió una veladora frente a la imagen de la Virgen", dijo el padre Domínguez y que el presidente se mantuvo en oración en silencio por un minuto.
Y en cuanto a los fieles que se encontraban en el recinto, hizo notar el sacerdote, "permaneció el santuario en total silencio".
Antes de que Obama se retirara, el padre Domínguez le presentó una imagen pintada de Nuestra Señora de la Caridad con la siguiente inscripción: "Que usted recuerde lo que los cubanos le pedimos a Nuestra Señora de la Caridad".
También señaló hacia el malecón, erigido detrás del santuario, que se localiza en la orilla de la bahía de Viscaya. El muro es una réplica a pequeña escala del famoso “malecón” de la Habana".
"Quizá algún día pueda usted ver el malecón original", le dijo el padre Domínguez al presidente. "Eso espero", respondió el presidente.
Recordando el momento, el padre Domínguez parece claramente maravillado. "Solamente en los Estados Unidos esto es posible", repitió en inglés con acento. "Increíble, increíble. Solamente en este país".
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