Por el hermano franciscano Octavio Durán
Catholic News Service
SAN SALVADOR, El Salvador (CNS) – La capilla del hospital de la Divina Providencia en El Salvador es uno de los lugares más visitados por peregrinos de la localidad y extranjeros. Llegan deseosos de saber más acerca del arzobispo Óscar Romero, controvertido arzobispo que se ha convertido en símbolo salvadoreño.
En 1966, la congregación de las hermanas Misioneras Carmelitas de Santa Teresa construyó ese hospital bajo la dirección de la hermana Luz Isabel Cuevas Santana, misionera mexicana que vio la necesidad de atender a pacientes de cáncer. Y fue en la pequeña capilla del hospital cuando el 24 de marzo de 1980 el entonces arzobispo Romero fue asesinado, recibiendo tiros cerca del corazón, momentos antes en los que se preparaba para consagrar la hostia.
El día anterior, el arzobispo se había dirigido a los soldados del ejército cominándolos a no matar a sus propios hermanos y hermanas. Después, alguien dijo que le habían aconsejado al arzobispo que se escondiera, pero él se rehusó. Creía que no había hecho nada mal al haberles pedido a los soldados que no mataran, y ya estaba comprometido a celebrar una Misa en la capilla del hospital en memoria de la mamá de uno de sus amigos.
Después de recibir los tiros, la vestimenta del arzobispo Romero estaba empapada en sangre. Después del ataque, las hermanas carmelitas conservaron esa vestimenta con el mayor posible cuidado. Por un tiempo, las hermanas escondieron las pertenencias por miedo a que los asesinos regresaran para destruir todo tipo de evidencia.
"Algunas de las hermanas que allí se encontraban en los momentos de la muerte del arzobispo se apresuraron a lavar sus propios hábitos que también se habían manchado de sangre", dijo la hermana María Julia García, superiora carmelita y directora del hospital. "Temían por su vida por haber sido testigas del crimen. Desde entonces, las cosas nunca han vuelto a ser lo mismo en este pequeño lugar".
Durante 35 años, la congregación y las hermanas encargadas del hospital han cuidado las reliquias. La hermana García expresó su descontento por la falta de interés mostrada por la jerarquía salvadoreña en las reliquias durante todo ese tiempo.
"No hay muchas cosas que haya dejado el arzobispo Romero, lo que indica que no vivía rodeado de muchos lujos. Eso demuestra la sencillez con la que vivió", dijo la hermana García.
"Ahora que el papa ha reconocido el martirio del arzobispo Romero todo mundo le demuestra interés, incluyendo aquellos que no estaban de acuerdo con su mensaje. Nosotras, como dueñas morales de estas reliquias tememos que nos las quiten y se las lleven a otro lugar en donde no van a ser tratadas con respeto", dijo.
El arzobispo Romero será beatificado en San Salvador el 23 de mayo. La hermana García está consciente de que el gobierno puede declarar la capilla como Herencia Cultural Nacional; pero eso pondría a las hermanas en una situación difícil pues no tendrían participación en las opiniones concernientes al cuidado de las reliquias.
"Hoy en día, todos los que se pueden beneficiar con ganancias personales o financieras se declaran amigos o seguidores del arzobispo Romero", dijo.
La hermana Elvia Elizett Cazún Penate es la actual responsable del cuidado de la pequeña casa conocida como Centro Histórico Óscar Arnulfo Romero. Y ella también está preocupada por el futuro de las reliquias.
"Ahora estas reliquias se han convertido en el más preciado tesoro dejado por el arzobispo. Pero durante estos 35 años nadie en El Salvador nos ofreció ninguna ayuda para preservarlas; ni siquiera la jerarquía de la iglesia católica de El Salvador.
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